lunes, 22 de diciembre de 2014

¡Qué te pasa Facebook!

Ya veníamos alienados con tanta socialización desparramada por las redes. El afán de tener un millón de amigos virtuales, que todos pongan me gusta a cualquier pavada que se te ocurre compartir, la ventilación de lo doméstico como si a alguien le interesara que estás haciendo cola en un supermercado o que el aire acondicionado no funciona -me estoy tomando un café, el verdulero me vendió un kiwi pasado, buen lunes, y lo más detestable de todo: la proliferación del ingenio en 140 caracteres. Habría que expulsar de Twitter a esos geniecillos virtuales. Sabelotodos.


Cuánta responsabilidad tiene Facebook de esta SecondLife en la que casi todos terminamos metidos. Pionero de la autoindulgencia que habilita sólo pulgares para arriba y nos permite, ante el primer comentario crítico, silenciar a ese sujeto para siempre.

Como si no les alcanzara tener un tentáculo puesto en la ventana de nuestra pequeña vida, resulta que ahora el Face te avisa cuando no estás alcanzando el estándar de una foto publicable.

¡¿Perdón!!? Si, si, que los cráneos de FB están a full desarrollando una herramienta que va a escanear tu imagen para decidir si te favorece la selfie que acabas de sacar o va a incinerarte el perfil. Algo así como evitarte el mal trago de un ´no me gusta´.

El sistema combina tecnologías de inteligencia artificial que permiten distinguir cuándo las imágenes nos hacen “quedar bien” ante la cada vez más importante mirada de los otros. Y atenti, porque en caso de que no respetes el canon fb la máquina te preguntará, mirándote directo a los ojos: “¿Estás realmente seguro de que quieres que tu jefe y tu mamá vean esto?”. Cuando creías que ya estabas bien de terapia, llega feisbuc para recordarte que Él es tu nuevo SuperYo.

No voy a hacer ahora un alegato sobre arquetipos de belleza y parámetros de aceptabilidad del comportamiento social. Aunque sería bien interesante poder discutir con esta gente qué variables cargan en su computadora madre.

Punto aparte y una indignación postergada que viene a cuento de esta peligrosa arbitrariedad de la red social de las Caras y caretas. Hace menos de un mes denuncié a unos pedófilos que publicaban y compartían fotos de adolescentes sub-18 en poses al mejor estilo contratapa del diario Popular. Pibitas en tanga jugando a la bebota sexie. No mucho más, nada menos. Y una sucesión de epígrafes y comentarios  repulsivos. Sin embargo, la respuesta  de Facebook llego unos días después rechazando mi petición. No consideraban que dicha página violara las normas comunitarias de Facebook. Un par de semanas más tarde me borraban del perfil la vagina clausurada con cierre que ilustraba mi nota criticando la campaña Macrisida. Por pornográfica.

Ese es el umbral de lo publicable para Facebook. Mejor, ir por la vereda de enfrente.

Valeria Sampedro.


martes, 16 de diciembre de 2014

Pequeñas esclavas // el flagelo del matrimonio infantil y una muestra en el Museo de Arte Decorativo

Imaginate una nena de seis o siete años. Una nena cualquiera, no importa. Todavía con dientes de leche, aprendiendo a leer, jugando a las muñecas, a la pelota, a lo que sea pero jugando. Imaginate ahora a esa nena en medio de una celebración que le resulta completamente extraña y a un tipo que viene y le dice que a partir de ese momento ella es su esposa.

Debitu, Ghulam, Destaye, Sidaba, Galiyaah, Rajani, Jarita y Nujood son nenas-señoras casadas por la fuerza cuando todavía no habían aprendido ni a jugar a la mamá. Hay de nueve y también de catorce, hay de diecisiete. “Siempre que lo veía me escondía, odiaba verlo” dice Theani (8) sin que haga falta describir su mirada mientras recuerda los primeros días de su matrimonio con Majed, con quien se casó cuando tenía seis años (y el 25).

El riesgo de las aberraciones es que adormecen la capacidad de espanto. La palabra “flagelo” te tira a la mierda cualquier posibilidad de conectarte con ese drama y lo reduce a la categoría de fenómeno documental. Pero ahí  están las 34 fotografías gigantes, dos videos con el testimonio de las chicas y un puñado de datos que con suerte servirán para tener un tema de conversación más profundo en la sobremesa:
-El matrimonio infantil afecta a 1 de cada 3 niñas en los países del Africa subsahariana y Asia meridional.
-Se calcula que unas 40 mil niñas son obligadas a contraer matrimonio cada día
-Si continúa esta práctica, en las próximas dos décadas (hacia el año 2030) se habrán consumado 130 millones de matrimonios  infantiles.

"Demasiado joven para casarse" se llama la exposición que inauguró hace unos días el Museo de Arte Decorativo. La fotógrafa estadounidense Stephanie Sinclair llegó a Afganistán como periodista durante la ocupación del gobierno norteamericano en ese territorio tras el ataque a las Torres Gemelas en 2001; se topó con esta realidad y empezó a retratarla. Estuvo en Nepal, Etiopía, India, Tanzania y llegó hasta Guatemala, donde también está naturalizada la esclavitud de las niñas disfrazada de matrimonio.


Av. Del Libertador 1902, martes a sábado, de 14 a 19, durante el mes de enero y de martes a domingo, en febrero.

Valeria Sampedro.


P.d: Si esta nota te intereso, busca la de Mutilación genital femenina (más abajo en este blog)

viernes, 5 de diciembre de 2014

Mi militancia por un par de tetas (o ser Kate Moss)

Hay que tener la autoestima bien colocada para salir a la calle sin corpiño cuando medis magros 85 cm de contorno superior (y tu cintura pelea por no exceder los 70). Burlarse del push-up no es para cualquiera. No alcanza con la mirada altiva y el andar seguro; es necesario persignarse y  jurar que nunca, NUNCA, vas a caer en la tentación de una cirugía estética. Eso, o envidiar a Karina Jelinek y contratar un personal trainer que te garantice llegar al verano, por lo menos, con un “bikini bridge”.

Acá es donde aparece mi perorata feminista contra los parámetros de belleza que impone la dictadura de la moda, esos esqueletitos subidos a la pasarela y el puñado de nerds tecnológicos que convirtieron al photoshop en el arma de destrucción masiva de este siglo.

Toda esta indignación, por la infeliz idea que tuvo un boliche de Rio Negro (“Híbrido”) de hacer una gran fiesta de fin de año donde la atracción principal es rifar entre las adolescentes que vayan ¡un par de tetas!; “Sorteo de Lolas” dice la tarjeta de invitación que tiene fecha para el 13 de diciembre y de yapa un viaje a Carlos Paz. Insólito y aterrador.

Con el escándalo ya en boca de todos, el organizador del evento salió a promocionar un espectacular show de luces y sonido que tienen preparado. Y minimizó el exabrupto cosificador: "es un anzuelo. No nos metemos ni con los implantes ni con la operación. Sólo entregamos el valor que demanda la operación" dijo circunspecto Angel Mora.

Por supuesto que distintas agrupaciones de mujeres pusieron el grito en el cielo y el Inadi hizo su repudio. "Estamos ante un caso de violencia simbólica. El mensaje de un cuerpo femenino que debe ajustarse a determinados parámetros estéticos es tan riesgoso como violento... hay una banalización del riesgo ya que no se puede sortear un implante mamario como si fuera un electrodoméstico" dijo Julio Accavallo, delegado rionegrino del INADI. Por ahora la cosa no fue mucho más allá y la boobies-party sigue en plena promoción mediática mientras aseguran haber dado de baja la iniciativa.

Lo que me aflige soberanamente, fuera de la provocación del boliche, que aprobó con un sobresaliente la lección Wanda, es que un par de tetas les funcione a esta altura como premio mayor. Y que mientras tanto nuestra durísima lucha antipatriarcal sigua cosechando aplazos.

Valeria Sampedro.

lunes, 24 de noviembre de 2014

La campaña Macrisida

La última ideota PRO la tuvieron los jóvenes macristas cordobeses. Un cinturón de castidad –pleno siglo XXI- para ¡cuidarse del SIDA! Retrógrado y machista, es poco.

Una concha. Completamente depilada.  Sellada con un cierre. Y rematada con un moñito rojo. Si no fuera que se trata de la cinta emblemática de la campaña contra el HIV podríamos pensar todo tipo de cosas horribles detrás de ese afiche perverso, por ejemplo en la burda declaración de amor de una adolescente a su novio al que le “entrega” su vulva virgen. Igualmente desagradable.

Mil interpretaciones se me vienen a la cabeza. Una peor que otra. ¿Qué hace ahí una vagina sin pelos? Si quisieron representar a una nena estamos en problemas. Prefiero pensar que los jóvenes cráneos macristas, tan pacatos ellos, no se animaron a poner en el afiche la vieja y querida concha peluda. Pero más allá de sus pudores, PROmover la abstinencia como método de evitar el contagio es de una ignorancia pasmosa. Y peor aún es que hayan puesto a la mujer como centro de la campaña. Qué tal un gran pene como PROtagonista (depilado también ¡por favor!) cocido en la punta, onda matambre. Si, ya se, hubiera sido otra aberración, aunque por lo menos con igualdad de género.

No se les ocurrió un “PROtegete con PROfiláctico”. Eso hubiera sido re PRO.

Valeria Sampedro.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Recriminaciones de una feminista con mucama.

Eso de que los extremos se tocan. Nada. Que en una sobredosis de Entremujeres de golpe sentí una opresión, el corazón galopando a lo loco, la garganta un nudo. Casi terminaba el test de la buena feminista, todavía mantenía abierta la ventana con la nota esa de las contradicciones femeninas y que nos gustan los tipos machos, pero no machistas, cuando se me aparecieron en pantalla `las 10 claves para encontrar a la mejor empleada doméstica’ y ¡zaz! tuve la revelación: el patriarcado más peligroso se esconde vestido de rosa en las pestañas de los portales femeninos.

El dedo en la llaga. Una catarata de justificaciones se amontona para responder la pregunta ineludible: ¿Se puede ser feminista y tener mucama?

Soy una mujer emancipada; periodista y madre que corre de acá para allá todo el día, chica Dove de axilas impecables y medidas “reales”, la casa, los pibes, la comida, la ropa ¡no doy abasto con todo! Necesito una empleada doméstica. Que sepa coser, que sepa bordar, que vaya a abrir la puerta y se ponga a jugar con mi hijo. Y que cocine, tienda la cama, limpie el baño, saque la basura.

El rinconcito de culpa, ahí donde se aloja mi militancia (por la igualdad de género) hizo que saliera corriendo a contratar una ART apenas se aprobó la ley que amplía los derechos de las trabajadoras de casas particulares y las acerca a la dignidad laboral. Las acerca, bien digo, no sea cosa que adquieran plenos derechos y se pidan médico. Porque es cierto que ahora por lo menos su labor está reconocida y regulada, pero el salario establecido sigue por debajo del mínimo, vital y móvil. O sea..

El ejercicio de la coherencia es algo que deberíamos practicar más seguido. Mientras tanto, mi remordimiento se mantiene intacto. La veo de reojo pasar por detrás mío con el trapo de piso y atino a cerrar el word. Sospecho que está despellejándome ahora mismo, “ay, la señorita es feminista, escribe sobre los derechos de las mujeres pero le tengo que sacar yo los pelos de la rejilla”. La pura verdad.

Más que merecido se tiene el sueldo, aguinaldo, vacaciones pagas y art esta señora a la que le debo mi independencia. Es que la autonomía se vuelve posible sólo si otra mujer viene a lavarte los platos. Por cada mina “liberada” de la rutina doméstica hay otra sometida a un doble esfuerzo. Lo sabemos, no nos hagamos las tontas. Es eso, o arremangarnos.


Pero forcemos la lógica hasta lo inverosímil. Desnudemos del todo la miserabilidad de nuestro enano machista. Ponele que viniera un tipo (un expulsado del sistema, un desempleado, padre de familia, bla bla) a ofrecerse para hacer la tarea doméstica. El señor lava, plancha, cocina y de yapa te arregla el cuerito, por la misma plata. ¿Lo contratarías? Dejame tu número flaco, cualquier cosa te llamo. Si voy a poner mi casa en manos de alguien que sea una mujer. Al fin y al cabo son más responsables y meticulosas.

Valeria Sampedro.

sábado, 8 de noviembre de 2014

De vibradores y buenos maridos. Sweet MyLord

Siete velocidades, ocho centímetros, doce cómodas cuotas. La inversión mejor financiada de la década. Mi década ganada.
Nunca subestimen a un micropene con ínfulas de semental.

Mi militancia feminista no pudo tener mejor efecto doméstico. Si no cómo se explica que el Día de la Madre tu marido llegue a casa con un vibrador en lugar de una minipimer. Eso es amor, sépanlo. Creo que estoy haciendo las cosas bien.

Lo bauticé MyLord e inmediatamente nos volvimos íntimos. Semejante acto de generosidad le mereció a mi compañero de cuarto (el humano, en este caso) un plato a la carta, masajes en los pies y una salida con los amigos sin horarios ni preguntas. Total, yo me estaba conociendo con MyLord.

La primera semana durmió la siesta, cada tarde, abrazado a mi clítoris. Pronto quedó incorporado a la rutina familiar y al tiempo empezamos a hacer colecho. Se la pasaba entre las sábanas, nos convertimos en un trío inseparable. Es increíble lo que puede lograr la Rampolla en un zapping desvelado.

De golpe mi marido se volvió un ser entrañable. Siempre tuvo el tino de ocuparse de mis orgasmos, pero el gesto del vibrador como utensilio aliado, amigo, confidente, me sacudió la modorra conyugal. Y no tenía que ver con la libido, fue su estado de vigilia, su mirada atenta, su empeño en atender mis luchas, lo que me conmovió al punto de sacudir mis niveles de serotonina y salir corriendo a buscar la tanga de encaje olvidada al fondo del cajón de las bombachas.

El puso su tarjeta de crédito, invirtió en mi placer... Y eso, sólo puede pagarse con sumisión. Como corresponde a una buena esposa. Esta noche lavo los platos yo, mi vida.

Valeria Sampedro.

martes, 28 de octubre de 2014

VIOLETTE, la película

Fea, bastarda y pobre. Más no podía pedir Violette Leduc para sentirse una desgraciada. Lo suyo fue literatura de supervivencia: escribir para sacar afuera el resentimiento, la indiferencia y el desamor. Algo de esa tristeza y oscuridad refleja la película que lleva su nombre. Violette, a secas, del director Martin Provost. Acá se estrenó en agosto de este año y no tuvo gran repercusión.

El mérito de la peli es rescatar del olvido a una mujer que fue una osada para su época, grossa de verdad. Pero la Francia de posguerra no estaba preparada para que una señora hablara descaradamente de bisexualidad, incesto y aborto. Leduc tuvo la audacia de llevarle su primer manuscrito a Simone de Beauvoir, madrina de lujo de la que se enamoró perdidamente.
Emmanuelle Devos interpreta a esta Violette que te va a hacer querer abrazar la tele –desde hace rato fuera de cartel, solo queda alquilar el DVD o comprársela al mantero amigo- y salir corriendo a googlear su biografía.

Valeria Sampedro. 

martes, 21 de octubre de 2014

Vivan las Feas

Podría decirse que es un ensayo feminista en clave teatral. Hay una catarsis arriba del escenario del Rojas. Tres minas que (se) desnudan frente al público –99% mujeres- un enojo visceral contra el patriarcado que las oprime. Y se sublevan como pueden. Un ama de casa que quiere salir a revolear los electrodomésticos a modo de liberación femenina; la gorda celulítica que despotrica contra los parámetros de belleza que la dejan afuera del sistema único de oportunidades concebido para “las lindas”; y una pendeja en conflicto que pugna entre la histeria del minishort y la revolución del pensamiento propio. La escena se completa con una bar-woman y una quinta minita -Mariela Asensio, directora de la puesta- pedaleando como una desquiciada arriba de una bicicleta fija durante toda la obra.
Una advertencia: si sos fanática de Arjona no vayas, porque estas pibas lo despedazan (con gran atino).




Centro Cultural Rojas. Viernes 22.30 hs
Entrada: $40 / Capacidad: 30 localidades
Actrices: Ana María Castel, Federica Presa, Paola Luttini, Josefina Pittelli y Melina Milone.

Dramaturgia y dirección: Mariela Asensio.

lunes, 29 de septiembre de 2014

La banalidad del aborto

"Puedo decir con sinceridad que el aborto fue una de las decisiones menos difíciles de mi vida. No peco de frivolidad al decir que tardé más tiempo en decidir qué mesada ponía en la cocina que si estaba preparada para ser responsable de un futuro ser humano el resto de mi vida” confiesa Caitlin Moran en su libro Cómo ser mujer. Y desata un escándalo en mi cabeza.

Foto: La Garganta Poderosa
Ojos abiertos, desorbitados y la birome que subraya frenética todo el párrafo. Más envidiosa que indignada por su revelación a bocajarro, me pregunto cómo se logra decir semejante bestialidad tan a la ligera sin temer que te salte encima la horda “pro vida” y te escrache con un juicio moral en la vía pública.

Sigo atónita. “Ni por un segundo pienso que debería tener este bebé. No tengo ningún dilema, ninguna decisión terrible que tomar. Se con serena certeza que no quiero otro niño ahora, del mismo modo que se que no quiero ir a la India, ni ser rubia, ni disparar un arma”.

Hicimos los deberes como feministas. Suscribimos a la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito. Apoyamos el abrazo al Congreso para que de una vez haya un debate serio y no se cajonee el proyecto de legalización. Repetimos la cifra del espanto como un mantra: Medio millón de abortos al año, se calculan, sólo en Argentina. Pero nos sobra recato para gritar que queremos decidir sobre nuestro propio cuerpo. Y si la que lo dice lleva puesta una panza de siete meses, agarrate Sofía. "Yo, más que a favor del aborto, estoy en contra del aborto clandestino", sostuvo la hija de Moria para después aclarar: "Yo nunca aborté pero porque tengo la posibilidad de elegir. Tengo la posibilidad de prevenir, de informarme, tengo una educación sexual necesaria y por eso no llegué a esa instancia. Pero no todo el mundo está en esas condiciones".

Tremenda repercusión mediática y eso que no se metió con el puñado de mujeres que sí sabíamos cómo cuidarnos, que tenemos secundario completo, facultad, años de terapia y controles ginecológicos regulares, y de todas maneras, por un error fatal, nos embarazamos y dijimos No.

Primero lo urgente. Dar respuesta a la enorme cantidad de mujeres que atravesó el horror teniendo que recurrir a tugurios clandestinos sin las mínimas condiciones de seguridad y asepsia, desangrándose, infectadas, aterradas y criminalizadas por el sólo hecho de haber decidido que no querían ser madres. Porque la estadística oficial marca que en nuestro país cada año mueren 100 mujeres por prácticas de abortos inseguros. Pero el debate admite, o mejor, necesita también indagar sobre el dilema moral que implica el aborto. Qué tal si dejáramos de plantearlo como algo indefectiblemente traumático, esa especie de salvedad cada vez que se nombra la mala palabra “es terrible, ninguna mujer pasa por esto a la ligera”.

Retomamos el subrayado furioso sobre el libro de Caitlin, manual de Cómo ser Mujer, página 311. Abortos “buenos” y “malos”. Una adolescente violada y/o una madre cuya vida peligra por el embarazo tienen permitido el aborto. Casi que podrían lograr no quedar estigmatizadas. Del lado oscuro aparecen los abortos reincidentes, o abortos en avanzado estado de gestación, o peor aún provenientes de mujeres-madres que deciden abortar. Esas son lo peor.


¿Y si no, qué? Si admitimos en voz clara y a los gritos que la decisión fue simple, a secas (sin lágrimas) y del todo racional. Un trámite que nos hubiese encantado no haber tenido que hacer, y aun así no hay un dejo de nostalgia por esos escarpines que no quisimos tejer. 

Valeria Sampedro.

martes, 23 de septiembre de 2014

El patriarcado estético, o como nos quemaron la cabeza II. DEPILACIÓN A LA CARTA

Frida debe haber sido la única. Llevar el bigote con suficiencia es algo que no nos fue dado al resto de las mujeres sobre la faz de la tierra. Excepto Flor de la V.

Estás hablando con alguien, no importa, una amiga, la vendedora, la recepcionista del consultorio, una compañera de facultad, con tu propia tía y la maldita no te mira a los ojos. De pronto fija su vista justo al costado de tu boca, en la comisura, abre los ojos grandes y ahí se queda, como extasiada mientras vos gesticulas en un limbo que ya nadie escucha, ni vos misma, porque sabes, está claro que esa yegua está mirándote la sombra, la pelusa, tu bozo.

El pelo como una malformación. El enemigo público al que hay que eliminar como sea, no importa si quema, si duele, si te lastima hasta sangrar. Lo que importa es que no esté. Por ellos, pero sobre todo por nosotras, o mejor dicho por ellas (las exégetas del patriarcado). Porque podes tener un poco de celulitis, ok. Pero ¡depilate sucia! ¿O sos feminista?

Los campos de concentración de belleza, también llamados centros de estética te arman combos en seis cuotas sin interés. Y si pagas en efectivo hay descuento: pierna entera-cavado profundo-brazos-tira de cola, todo por trescientos mangos. Al mes.

Las que resistimos en la intimidad nos volvemos militantes en invierno –poniendo a prueba ya que estamos la fidelidad y amor de novios/maridos- y cedemos ante la presión y los avisos de desodorante Dove con axilas como pétalos de rosa.

Pao Lin, amiga virtual y activista lesbitransfeminista (si, las tiene todas y por si fuera poco se dejó la barba!!) hace poco escribió una columna buenísima en Las 12 sobre su chiva incipiente y el regodeo ante el espanto de los otros. “La no depilación coloca a la mujer en el ámbito de la monstruosidad, o la desplaza al lugar de fenómeno de circo. Vivir sin ceder a las presiones de las distintas ofertas de depilación definitiva o temporal es una lucha cotidiana en cualquier ámbito, y la depilación, cuando es una práctica obligatoria, se convierte en una forma más de imponer violencia sobre los cuerpos de las mujeres”.

La verdadera revolución feminista, la batalla final con la que daremos la estocada será ese día en que salgamos en minifalda sin necesidad de haber pasado inmediatamente antes por la prestobarba.

Valeria Sampedro.

viernes, 12 de septiembre de 2014

El patriarcado estético, o cómo nos quemaron la cabeza.

Yo mujer. Yo feminista, libertaria de almas cosificadas salgo a la calle -dedo acusador en alto- y tomo nota. Necesito material para mi blog. Publicidades sexistas, incumplimiento de la ley de talles, pegatina prostibularia, piropos acosadores. 
El periodismo de denuncia me sienta bien.

Agazapada frente a la vidriera de un local de lencería, mientras apunto mi diatriba en contra de los push up y las tanguitas cinthia fernandez, se aparece Griselda reflejada en la marquesina de la parada del 39. Es la cara de la nueva línea de ropa interior Selú. La ves, la escrutas -cada centímetro de ese pedazo enorme de afiche- y se te dibuja una mueca maligna, un extraño regodeo ante la textura de una piel sin photoshop: lunares, un pliegue, el asomo de una estría. De pronto algo incomoda. Doblemente me incomoda. No tanto que la Siciliani tenga imperfecciones, sino ¡que Selú decida mostrármelas!

Qué clase de síndrome de Estocolmo me hace sentir estafada si mi celebrity se atreve a exhibir un rollo. Porque podemos soportar a un puñado de señoras gordas jugando a ser modelos por un día y haciéndonos creer que el mundo fashion tomó conciencia de los estragos que viene haciendo en nuestras cabezas -la chusma de peluquería que llevamos dentro celebra la idea de un desfile con mujeres reales una vez al año y auspiciado por el suplemento femenino del diario- pero déjennos seguir creyendo que esos culos de tapa son posibles. Si esto es una utopía… quiero morir en ella!

El sociólogo Pierre Bourdieu habla sobre ese estado permanente de inseguridad corporal y lo llama alienación simbólica. El daño está hecho. Queda el escarnio público. O salir corriendo a abrazar a Griselda por su valentía, por su insolencia y su autoestima. Gracias Gri.

Valeria Sampedro.

martes, 19 de agosto de 2014

Matías Martin y el dolor ejemplar

El gancho surtió efecto. El debut del nuevo programa de Matías Martin en la TV Pública no pasó inadvertido con Tití Fernandez como invitado.
Copio una columna que refleja mucho de lo que sentí durante esa primera entrevista. A veces pasa que otro pone en palabras algo que vos nosabes bien definir...

de Hernan Firpo. (Clarín)
A ver, que se entienda bien: nadie hubiera invitado a ningún primer programa de entrevistas al bueno de Tití Fernández. Nadie al menos hasta ese día de julio en que murió su hija durante un accidente de tránsito en Brasil.
¿Es eso lo que me demora frente a la pantalla, frente a Línea de tiempo, que empezó el lunes? ¿Es eso o es mi insana pasión por los códigos del fútbol? ¿Es eso, o es la vibración que nos provocan los detrás de escena (desde Gran Hermano para acá?)
Uno seguro que piensa esto porque tiene la cabeza quemada de rating y no entiende que un primer envío de entrevistas mano a mano tenga como protagonista a Tití. Periodista como sos, decís: un crack el productor del programa. Y lo decís porque quien haya sido supo sacar de la manga un personaje destemplado de nuestra enorme caja de resonancia morbosa.
Te quedas ahí, clavado en el 7, que también es una pantalla pública, y como todas las pantallas públicas, no debe competir. Y sí lo hace, pensás, es por mérito propio. Después leés que el programa hizo algo así como tres puntos, un aconcagua para el promedio del canal.
Y te quedás mirando porque hace menos de dos meses que este señor tan querible sufrió la pérdida más drástica de su vida y de cualquier vida. O sea, una verdadera tragedia. ¿Estás aquí esperando el momento? ¿ El momento de qué? ¿De que un hombre duro se quiebre por completo mientras el periodista, el genial Matías Martin, se aproxime bellamente guiado por la escucha? ¿Qué acantilado espero? ¿Tan hecho pelota estoy? ¿Es eso, o me demoro a la espera de que cuente alguna anécdota del Turu Flores? No hay muchas otras opciones. Al menos no las hay en relación a la expectativa de un primer programa.
El morbo nos hizo de goma. Ahí viene el momento. Llega con una naturalidad increíble. Matías es un conductor ultra fino, el Príncipe de la FM. Y llega donde vos sabés que va a llegar, pero lo hace de la manera menos pensada, encadenando el diálogo, pero sin convertir la puesta en una charla de café. Un milagro de la fluidez, Matías escucha, pregunta y Tití ya está metido casi sin que uno se dé cuenta. Un hombre bueno con una pérdida irreparable y la historia de vida..
Uno aprende que al dolor, ciertos dolores, no hay que salir a buscarlos con ninguna música incidental de pianito. De antemano, lo único que sabías era que la muerte de un hijo es un dolor ejemplar. Lo repetís por escrito: la muerte de un hijo es un dolor ejemplar.
¿Era eso?

miércoles, 13 de agosto de 2014

Eva tiene dos mamas

Una historia conmovedora.
Dos mujeres con vidas heterosexuales, se enamoran y deciden armar una familia juntas.
Tienen a Eva (por inseminacion) y a los cinco años se separan.
La madre biológica de Eva vuelve a armar pareja (otra vez heterosexual) y pretende borrar su pasado gay. Desde entonces no la deja a Eva tener contacto con su mama Moni.
La justicia dice que no puede hacer nada, que al no ser la madre biologica y no figurar en la partida de nacimiento (la anotaron como hija de madre soltera, ya que entonces no existia otra posibildad)  no se puede hacer nada.

Aca el link de la nota publicada en TN (13/08/2014)
Eva tiene dos mamas

viernes, 8 de agosto de 2014

Gajes del oficio (Mujeres en los medios)

Hay que depilar esas cejas. Todavía recuerdo la cara de Puga –entonces jefe de maquillaje y vestuario de canal 13- cuando me vio entrar a su sala. Era mi primer día de trabajo y su gesto de espanto ante mi vellosidad facial hizo que comprendiera todo: si quería triunfar en la televisión debía correr al gabinete de cera negra (al que vuelvo religiosamente cada quince días, desde hace 8 años). Depilación y tintura gratis. Cremas, ropa, zapatos. Todo gratis. Encaré este noble oficio al calor de la libertad de empresa. Los canjes no me dejan mentir. Al principio, también nos daban un voucher mensual de Yenny por dos libros. Pronto se dieron cuenta de que lo importante es la belleza exterior.

El ser y la Nara. Es fácil pegarle a Wanda. El cuaderno de apuntes garabatea explicaciones sobre el lugar que ocupa la mujer en los medios y Wanda se aparece como un grano, de esos que acaparan toda tu atención y no te dejan pensar mientras no los estrujes hasta dejarlos secos. Si hay un lugar donde la emancipación femenina ha ido lenta y despareja es en el terreno mediático. Y excede largamente la cultura botinera.
¡Claro que estamos mejor! Si pensamos que hace poco más de medio siglo ni votar podíamos. Ahora tenemos voz y botox. Y si se filtra una foto tuya en tanga casi seguro te convocan como panelista. Mientras tanto, un puñado de nombres propios: Luciana Geuna investiga a fondo el caso Ciccone, pero no puede evitar que Jorge “su jefe” Lanata le diga tarada. Pamela David se sacude su pasado hot de chica-reality y presentadora en Playboy tv (¡PamelaSex se llamaba su programa!) con un magazine matinal en el canal de su marido. Carla Conte logró redimirse después de ponerle los puntos a Tinelli con el jueguito del corte de polleras. Paula Trapani todavía lamenta haber dejado el noticiero por la pista de baile y confirma asistencia a cuanto evento garantice la presencia de al menos dos fotógrafos. La Negra Vernaci opera como letrina y excepción, 28 años ininterrumpidos con programa propio a fuerza de volverse uno más en el vestuario de hombres que es la Rock&Pop -el mismísimo Pergolini llegó a ruborizarse con sus guarradas, claro que en cuanto fue nombrado gerente de programación la sacó del aire-.
Los medios no pueden darnos un mejor lugar que el que la sociedad nos concede, dice Adriana Amado Suárez, una experta en el tema. Doctora en Ciencias Sociales, Adriana escribió en 2004 “La mujer del medio” (Editorial Centro Cultural Rojas) luego de una sobredosis de rayos catódicos que la llevó a hablar de periodistas de decoración. En aquel momento había muy pocas conductoras, las mujeres eran más bien acompañantes con un rol accesorio, aportando la cuota de sensibilidad y belleza. Se priorizaba más la estética que la ética de lo femenino, sostiene.
¿Las conductoras de noticieros dedicarán más tiempo a la lectura de los diarios o al make-up? Según Suárez es un tema cultural. Las minas nos embellecemos más que nuestros pares masculinos cuando tenemos una reunión, dedicamos un tiempo precioso a la ropa, al maquillaje, al pelo. Ella lo plantea como una gentileza social que no tiene nada de malo en sí mismo; en todo caso convendría enseñar a nuestros hijos que el arreglo personal no tiene por qué ser una esclavitud. El problema, me advierte, es cuando esa exigencia se vuelve una desventaja que hace que la periodista deba llegar dos horas antes para ser peinada y maquillada mientras su colega solo tiene que ajustarse la corbata y salir al aire. Lo que no sabe Adriana es que el Gato Sylvestre usa rímel y a Canaletti le delinean un toque los ojos!! (shhhhh…).
Pedazos rotos del espejo interior.
El periodismo de tablón cayó rendido a los pies de Alina Moine (¿la tienen? es la que conduce con Apo el programa de fútbol los domingos por la TV Pública). Divina, carismática ¡y encima sabe! A su llegada, Fox Sports salió corriendo a comprar “mostradores” transparentes para no perderse el espectáculo de sus piernas. Ves a Alina, casi que la envidias, con su microvestido, tacos aguja, boca bombón y algo te hace ruido. ¿Obedece al estereotipo que supone que si hay una mujer en un programa deportivo tiene que jugarla de sexie o ejerce con sarcasmo su rol de chica linda que habla de fútbol? El prejuicio se parece bastante a la pacatería.
Charles Lipovetsky -el sociólogo y filósofo francés- desbarata la antinomia. Su idea esclarecedora está debidamente subrayada en la pequeña versión de Anagrama de El Imperio de lo Efímero que guardo en mi biblioteca. Él dice que las mujeres han conquistado todo tipo de derechos pero al mismo tiempo conservan el privilegio ancestral de la coquetería. Nada que ver con la alienación. Textual: “¿Por qué obstinarse en hablar de manipulación o cosificación cuando la mayoría de las mujeres declara que la multiplicación de cosméticos, lejos de oprimirlas, les da más independencia y libertad para agradar a quien ellas quieran?”.
La proliferación de Julias Mengolinis no hace mella. Todavía hoy se impone el patriarcado mediático. Según el último informe de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF), el 73% de los puestos ejecutivos a nivel global lo ocupan hombres. El dato surge del seguimiento de más de 500 empresas en 60 países (incluida la Argentina). En las redacciones, la relación varón-mujer se parece un poco más a la igualdad con un magro 2 a 1. Pero ni te atrevas a husmear en las columnas de opinión: Perfil tiene sólo 4 mujeres de un total de 36 periodistas con mirada propia. La Nación eleva ese promedio 3 a 1. Clarín tiene a doña Ernestina como directora y una se pregunta para qué sirve eso si con el rediseño de la página web elgrandiarioargentino.com empezó una especie de minuto a minuto de la gráfica que llevó a Vicky Xipolitakis a ser la noticia más leída y por ende la mejor expuesta del portal, la vez que se calzó la bandera argentina como segunda piel en pleno furor mundialista.
Myriam Pelazas es coordinadora del Observatorio de radio y televisión, una especie de sabueso que trabaja en el análisis de formatos y contenidos para detectar focos de discriminación en el espacio radioeléctrico. Ella cree que si bien los medios construyen distintos tipos de mujeres suelen caer en un arquetipo tradicional y acotado como el de objeto sexual o ama de casa. Que qué programas nos dan más trabajo, hmm… por años fue Showmatch. Pero hay otros, AM, Bendita TV, Duro de Domar, el de Chiche Gelblung, Animales Sueltos y unos cuantos más, en distintos momentos y por distintas cuestiones nos hicieron y hacen trabajar mucho. A veces con discursos sexistas o xenófobos de modo deliberado, otras cuantas por puro desconocimiento. Después están las mujeres que alcanzaron lugares de preeminencia pero ellas mismas se encargan de fijar el estereotipo. Lipovetsky disiente desde el estante de la biblioteca: “El paréntesis hiperfeminista que denunciaba la sumisión del segundo sexo a las trampas de la moda no tuvo sino efectos de superficie (…) hoy la denuncia de la mujer-objeto ha dejado de ser una receta y no tiene ya un verdadero eco social”.
Es preciso volver a Wanda. La rubia, que de tarada no tiene un pelo, hoy impone la agenda. Es capaz de correr por izquierda a todo el movimiento feminista junto –incluidas Las 12- y lograr que hasta Rial dedique un programa entero a hablar de violencia de género, tenencia, minoridad y cámara Gesell. Quién les dice que en unos años la bandera de la lucha por la igualdad mediática no lleve su nombre.
Nota publicada en la revista Sophia (Agosto 2014)

jueves, 17 de julio de 2014

Periodismo ¿Cosa de machos?

Pionera de la prensa escrita por mujeres, columnista de Blackie, entrenadora en comunicación y, a esta altura, personaje de culto, Dionisia Fontán cuenta cómo era, ayer nomás, ejercer el oficio desde el anonimato. Memoria y balance de la misoginia mediática, y agarrate porque no se salva ni la Negra Vernaci.


Siete de junio de 1979. Día del Periodista. 
Mirtha Legrand deja los cubiertos y pregunta a la única invitada femenina de su mesa: “Dígame, ¿cómo es posible que en una empresa dirigida por una mujer -doña Ernestina-, las damas no firmen?”. Aquel mediodía Dionisia Fontán soltó la lengua.
“Me mandé flor de discurso y en la redacción se armó jaleo”. Dice flor, dice jaleo y entendemos que ella pertenece a otra generación. Habla y casi llegamos a sentir el humo de los puchos en el ambiente, el traqueteo de las Olivetti, los teléfonos de línea, la teletipo. Y en plena mística, una falda, las uñas pintadas y el metro cincuenta de esta mujer que sólo podía firmar sus notas con una inicial.
“En Clarín yo era D.Fontán. Podía ser Darío Fontán, Domingo Fontán, quién sabía. Le dije a Mirtha que me parecía injusto y recuerdo que aludí lo del viaje a la Luna porque justo se habían cumplido diez años y me resultaba  incongruente: semejante hazaña espacial y las periodistas semiocultas detrás de una inicial. Ridículo” El resto de los comensales, todos varones, mudos masticaban. Ni A.
Conviene aclarar que estamos frente a una colega que nos hizo justicia. Dionisia Fontán –hagámosle honor a su lucha: pongamos su nombre siempre completo- logró visibilizar a las mujeres en el periodismo gráfico. Sin alardes de militancia, ni proclamas feministas, ella exigió igualdad de género, empecinada en que la valoraran estrictamente por su calidad profesional.
“En los diarios había una misoginia absoluta. Las mujeres estábamos relegadas a los temas femeninos, era impensable que pudiéramos escribir sobre política o economía, por ejemplo. Entonces, nos quedaban las notas sociales y los temas hogareños, el cuidado de las plantas, la puericultura, los asuntos de belleza. La sección cocina, en cambio, tenía prestigio” concede con una mueca. Y sí, en su hábitat natural ellas podían tener nombre propio. Y ahí estaba Blanca Cotta, la primera que logró colar su firma (al pie de cada receta). Pero Cora Cané, que lleva más de medio siglo a cargo de sus misceláneas de contratapa debió esperar largos veinticinco años para ver su nombre impreso en letras de molde. Sin ir tan lejos, entrá en la página de Perfil.com y recorré la lista de columnistas… todos tienen pito. Volviendo a lo de Mirtha, te decía: nunca supe si fue coincidencia o si aquel pequeño revuelo televisivo influyó, pero al poco tiempo las mujeres empezamos a firmar nuestras notas. Más de una compañera de redacción me llamó para agradecerme” recuerda Dionisia Fontán.
La señora de las mil anécdotas se desata. Transcribimos: “En la década del ’70 me ofrecieron hacer una columna de interés general en la revista Siete Días. La columna se titulaba La Mujer. Y había que redactar temas de minas, para variar. Cuestioné un par de veces que en un medio apto para todo público, hubiera un espacio dedicado a la mujer, pero no me dieron bolilla. Finalmente saqué ventaja de las limitaciones y empecé a producir los temas que me interesaban. De ser una columna pasó a ocupar media página y luego una página completa.” Por aquel trabajo recibió el premio ADEPA en 1977 y -otra vez- fue la primera mujer en obtener ese reconocimiento.
Sin embargo, ninguno de sus logros fue acompañado de estabilidad económica. Ni laboral. Dionisia Fontán tuvo que reinventarse mil veces. Además de gráfica, hizo radio, televisión y publicó varios libros. Cada desafío implicó volver a empezar. Hoy se presenta como “entrenadora en comunicación”. Y del tema, puede dar cátedra.
“Ahora me doy cuenta de que mi mayor esfuerzo era siempre crear un espacio y mantenerlo. Los espacios eran chiquitos, talle 36 o menos, angostos de caderas, je. Y había que hacerlos engordar. Con Laura de Hoy (columna dominical del diario La Nación 1980-1991) bajé línea y nadie se daba cuenta porque aparecía en el suple infantil y juvenil. Eran temas fuertes para la época, enmascarados en las crónicas de una piba argentina. Nunca en esos 11 años repetí una historia y pasaron tantas cosas. Al país y a la autora. Escribí sobre la falta de trabajo, la discriminación, los padres alcohólicos, la donación de órganos, la elección vocacional. Laura tuvo un amigo desaparecido. Una abuela progresista. Un tío Alberto, como el de Serrat, bien atorrante. Laura visitó a una ginecóloga. Y se anticipó a comentar el tema de los hijos de padres divorciados, cuando todavía no existía la ley.”

”Cuando propuse instalar Radio-grafías en La Nación –la única sección de crítica y comentario radial, que se sigue publicando-, como lo consideraban una novedad, estuve tres meses sin firmar las columnas. Salían todos los martes y se hicieron muy populares. Tuve que insistir mucho para que apareciera mi nombre al pie, ¿podés creerlo? Yo las escribí hasta mayo de 1996.” 

A propósito de la radio…
La radio es, de todos, el medio más machista. Hasta el ochenta y pico, en Rivadavia se negaban a tomar operadoras mujeres. Yo empecé en el 75, con Blackie, en Continental. Y te puedo decir que ella fue una mosca blanca, nadie pudo ocupar su lugar. También trabajé en Del Plata, hasta fines de 1988 y me tocó lidiar con conductores varones que apenas me daban micrófono. Durante los años que frecuenté el fierrito, escuché el mismo latiguillo: Nos hace falta  una voz femenina, aparte de la locutora, claro.
¿Pero no hay grandes voces femeninas en el micrófono?
Contadas con los dedos de una mano. Nora Perlé sigue con el mismo formato de hace más de cuatro décadas. Ella es muy piola y produce o coproduce sus espacios. Betty Elizalde peleó muchísimo por trascender a la locutora. Lo consiguió, tuvo muy buenos ciclos, pero le costaba la continuidad. Es decir, no lograron crecer y permanecer y eso que pudieron haberse convertido en pares de Badía, Bravo o Cacho Fontana. ¿Más ejemplos? Las comentaristas de espectáculos de la vieja guardia integran algunos coros, pero nunca pudieron mantener programas propios y buenos. Alicia Petti, Laura Ubfal... En cambio, Guillermo Blanc se mantiene a través de las décadas y no es mejor que ellas. Para nada. Podría seguir dándote nombres… María O’ Donnell es "la” profesional, aparte de Magdalena, se entiende. Es preparada, sabe de lo que habla, tiene una sólida base gráfica y, como creció entre varones, conoce de fútbol y discute como un tipo.
¿En serio no crees que ahora hay más presencia femenina en la radio?
Sí, pero tampoco las dejan hablar. En las FM hay muchas pibas que festejan las pavadas de los conductores y cada tanto logran meter un bocadito. Lo mismo ha pasado con los chicos, ya veteranos, de la Rock & Pop. Son misóginos. Sólo permanece la Negra Vernaci porque es atrevida y boca de letrina. Única. Si no fuera negocio, ya no estaría. Sus imitadoras no prosperaron.

Volviendo a la gráfica. Pasaron 40 años y los “temas femeninos” de las revistas para la mujer no parecen haber cambiado demasiado.


Me acuerdo la tapa de una revista con un título catástrofe que decía: Tetas o Culo, un debate nacional. Y tantas otras notas: Cómo atraer al hombre de tu vida disfrazada de leopardo, o A la hora del sexo, nada de excusarte con que te duele la cabeza y mil boludeces por el estilo que, por lo visto, las minas compran. La cirugía estética es un regalo que se financia con más cuotas que una heladera, y eso no está mal, pero lo que irrita es la exaltación de la imagen. Sí, lamentablemente la mujer sigue siendo objeto.

Valeria Sampedro

Nota censurada en el sitio Entremujeres de Clarín (mar/2013)
por sentirse aludidas, las editoras decidieron no publicarla.

martes, 15 de julio de 2014

El desafío de criar sin príncipes ni princesas

Ahora que todos los caminos conducen al Patrón del Mal, no puedo dejar de pensar al feminismo como un cartel, con agentes infiltradas en las escuelas, en los teatros, bibliotecas, jugueterías y redes sociales, inoculando su mensaje de igualdad desde el jardín de infantes. Tarea difícil en un país donde hay más femicidios que feministas. Sin embargo existe una corriente pedagógica que inició una cruzada antisexista. Un “colectivo” cultural repleto de criaturitas empoderadas, con madres plomeras y amos de casa, princesas que reniegan de la coronita y mujeres que no saben coser ni bordar, y hasta se niegan a abrir la puerta, cualquier puerta.
Nada que ver con el intento timorato de Disney de colar cada tanto una heroína con algo de carácter –Mérida la protagonista de Valiente, por ejemplo, la más guarra de todas sus doncellas sigue siendo divina aun despeinada, solo que monta a caballo, pone los pies arriba de la mesa y se saca los mocos-. Mientras Rapunzel (uff…) es todavía la niña mimada del imperio de don Walt, este movimiento avanza implacable. Y va dejando un tendal de barbies decapitadas a su paso.
Un prototipo de la pequeña feminista podría ser la nena de 7 años que es furor en Youtube. ¿No la vieron? Se llama Miranda y es como Violencia Rivas en envase chico y pre-ansiolítico. “Las princesas son boludas. Dicen ¡rescátame! y en vez de intentar hacerlo ellas, esperan al príncipe. Seguro viene un señor, le da la manito y la salva, pero que la pibita haga su parte..!”. Para colmo se declara fan de Frida Kahlo.
Desde Cenicienta para acá, la literatura infantil estuvo –y sigue estando- plagada de historias sexistas. Ahí donde empieza a configurarse el ideario femenino, aparecen esas jovencitas deslumbrantes por su hermosura, nunca por su inteligencia, que se instalan como modelo para no desarmar. Cuánto le debemos a Charles Perrault por haber ¿perpetrado? fábulas como La Bella Durmiente y Caperucita. O el propio Barbazul, un femicida serial que atesora los cuerpos de sus ex esposas y conquista a su nueva mujer por la vida de lujo que le ofrece. Vaya moraleja. Qué tal un poco de revisionismo y ya que estamos un escrache al tal Perrault.

Mi mamá me ama, me mima… y es tachera. La Librería de Mujeres Editoras sacó una colección que se enfrenta a tanto panfleto machista disfrazado de librito infantil. “Yo soy igual” se compone de una serie de cuentos de mamás con oficios poco comunes, en general asociados a los hombres: electricistas, cirujanas, taxistas, referís y hasta albañilas (figura en el diccionario, ¡búsquenlo!).
“Preparar la mezcla, poner un ladrillo, colocar una capa de hormigón, luego otro ladrillo y así sucesivamente. Susana es toda una maestra en el arte de levantar paredes y en su barrio todos la conocen…”. Fragmento de Mi mamá es Albañil (Diego Peluffo)
María Victoria Pereyra Rozas es la responsable del proyecto –y autora de uno de los cuentos-: “veíamos que todo lo que había para chicos era igual y quisimos proponer una literatura diferente. Si me preguntás, claro que es intencionada porque va directo a desarmar determinadas estructuras que suelen inculcar los adultos. No es fácil lograr que no se note tanto el discurso, porque además tiene que ser entretenido”.

-¿La igualdad de género es una batalla que debe librarse en el jardín de infantes?
Yo creo que sí. No sé si planteado exactamente como una lucha, pero sí desde la infancia tienen que romperse los estereotipos. Porque es durante la niñez cuando se instalan esas ideas, a través de los libros, los juguetes y las canciones. El chico que hoy lea un cuento donde hay dos papás ya no va a extrañarse cuando vea una pareja homosexual con un hijo. Me parece que hay que empezar por ahí, porque es el momento de mayor absorción.

-¿Y por qué siguen ganando las Barbies?
Definitivamente, contra las estructuras de mercado no es fácil pelear. Las campañas son tan violentamente intensas, que no hay manera de vivir sin saber que existen. No creo que sea ya por un tema de identificación ni de deseo de parecerse a ellas, quiero seguir creyendo que la idea de diversidad ya está instalada entre grandes y chicos desde hace algunos años.

-¿No corremos el riesgo de terminar en un matriarcado?
Qué perderíamos con probar... Jaja. Pero fuera de broma, lo más importante es seguir nombrando las cosas que existen para que la visibilización siga diversificando el mundo en que vivimos.
Gracias Vicky, muy rico todo. Y te vas, te vas bajándole las pulsaciones al deseo irrefrenable de encabezar la primera rebelión de los fratachos. ¡Y que la perdiz la cocine tu abuela! Ese sí que sería un final feliz. ¿En qué estábamos? Ah, en la escena teatral del feminismo hardcore. En Neuquén, la compañía Teatro de Tersites pone en escena “El mirlo canta hasta quedar afónico” una sátira titiritesca sobre una princesa que cuestiona todos los mandatos de sumisión y se carga al reino entero.
También en La Pampa encontramos un grupo (ANDAR) que tiene como escenario las aulas, a partir de salita de 4. “Rosa y Celeste” -de Edith Gazzaliga y Marcelo González- lleva 8 años recorriendo escuelas con una puesta muy simple que en tres escenas viene a cambiarles a los más pequeñitos modelos que muchas veces persisten aún dentro de sus propias casas. Lo más trillado es, para ellos, revelador: el hombre que vuelve a casa del trabajo, se desploma en el sillón para hacer zapping y exige la comida mientras le reprocha a su mujer que no hace nada en todo el día… Pero ellos acaban de ver cómo esa ama de casa corrió para llegar a tiempo con todo y se lo dicen a gritos. El final feliz, aparece con el señor calzándose los guantes para lavar los platos. ¡Aplausos! Edith sonríe con una mueca, pero por las dudas aclara: “No creo que sea una cruzada feminista, es simplemente hablar de igualdad de derechos y de nuevas masculinidades”. Pablito (Escobar) clavó un clavito, qué clavito clavó Pablito.

El brazo musical de este de este Cartel contracultural y antimachista es Majo Turner, una sicaria del pentagrama. Majo armó su repertorio en base a la idea de Vicky Pereyra Rozas –la de la colección Yo soy Igual, indudable alma mater de este movimiento, la Patrona del Bien-. Su cancionero incluye valsecito, rockanroll, murga y hasta una pista de karaoke con parches y redoblantes para que los chicos inventen su propia marcha de protesta. Apenas una discípula si pensamos que María Elena Walsh, hace medio siglo componía Manuelita. ¿Acaso existe manifiesto más sagaz contra la estupidez de las cirugías estéticas?

Valeria Sampedro.
nota publicada en la revista Sophia 
(Abril / 2014)

jueves, 26 de junio de 2014

Corona de Espinas

¿El ocaso de las Reinas de Belleza?

Maldito canon. Maldito tú eres entre todas las mujeres (y maldito el fruto de esa competencia feroz). ¿Qué otra cosa es un concurso de belleza sino la expresión más brutal y primaria de la mujer-cosa? La hilera de adolescentes desfilando, una detrás de otra, cada una con un número; envases en una cinta de montaje que las lleva, como en una fábrica –todas igualitas, muñecas hechas en serie- directo al mercado. Al “super” mercado de beldades.

90.60.90, el número de la Bestia.


Lo que sigue es la hipótesis de la decadencia. Algo debió lograr el feminismo en más de un siglo de lucha por una mujer sujeto. Es cierto, todavía hay muchos (casi un centenar a lo largo del país). Pero cada vez están más cuestionados. Y no logran la repercusión de hace algunas décadas, cuando la miss argentina llegaba a las tapas de revista y la ceremonia se televisaba con expectativa de Martín Fierro. Hoy, toda esa ristra de fiestas populares con una insólita variedad de elecciones de reinas de lo que se te ocurra, están seriamente en la mira. Ya no sólo de agrupaciones feministas, sino de organismos públicos e instituciones que empiezan a pensarlo como una forma de violencia.
“La belleza no es un hecho objetivable. Calificarla y organizar un escenario de competencia es francamente pavoroso” dirá Perla Prigoshin, abogada, psicóloga social especializada en género y titular de la Consavig, una comisión nacional que depende del ministerio de justicia y fue creada en 2012 para coordinar acciones contra la violencia de género. “Desde hace dos años mandamos cartas a los municipios, para la reina del calamar, del tomate, del durazno… es de lo más exótico, cuanto bicho, abrojo, planta o paisaje requiera ser promovido se arma una elección de miss algo. Es un paradigma cultural” volverá a indignarse en un rato.

De Concursos y otras Fealdades.
Llevaría demasiado espacio listar la cantidad de certámenes, fiestitas regionales y/o competencias pueblerinas que terminan con una adolescente coronada. Del Trigo, de la Cerveza, el Salame Quintero, la Peña, el Dulce de Leche, la Bagna cauda. En cada rincón del país sobreviven (triste hábito de federalismo). Con reglamentos que limitan la edad, la altura y hasta el estado civil de las participantes. Muchas veces promovidos por los mismos municipios y hasta con funcionarios públicos como parte del jurado.
En Bariloche, a las postulantes para Reina de la Nieve les dan asesoramiento estético y la ganadora debe comprometerse a cuidar su imagen. En Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, a las chicas que se anotan para la Fiesta del Girasol, les advierten que no mientan, que la ficha de inscripción tiene carácter de declaración jurada y que antes de subir a la pasarela habrá control de datos, incluidas las medidas físicas. Los organizadores de la Fiesta de la Apicultura, en Entre Ríos juran que “se valora a la mujer integralmente, no sólo por su aspecto exterior” y plantean el evento como un “homenaje al género femenino”, pero una de las pasadas se hace en traje de baño. ¿Desde cuándo la abeja reina es una minita en tanga?
Mendoza es un caso aparte. Su fiesta de la Vendimia es la más tradicional de todas, con elección de Reina incluida obvio -¡se hace desde 1936!-. La edición 2014 volvió a ser noticia, pero por un escándalo. En realidad dos, que dejaron en evidencia el lado más rancio de esta clase de eventos. Primero, cuando las autoridades locales pretendieron destronar a la reina distrital de Campo Los Andes, Yamila Escudero, por haber quedado embarazada antes del final de su mandato –algo que el reglamento prohíbe expresamente-; y luego por una absurda “polémica” desatada cuando se supo que la flamante soberana de la Vendimia, Sofía Haudet, milita en una agrupación política.
Vamos por partes. El caso Yamila es el primero que llega a la justicia. La adolescente, de 18 años, presentó una demanda por daños y perjuicios e interpuso una medida cautelar que terminó con un fallo inédito en Mendoza: el juez ordenó al intendente de Tunuyán que pida disculpas públicas por el incidente. Carolina Jacky, abogada de Yamila nos dice que el reglamento debe ser reformado cuanto antes: “cláusulas como la que le aplicaron a Yamila son contrarias a la ley de violencia de género y a los tratados internacionales. ¡Pero si hasta les hacen un Evatest a las chicas para ver si es cierto que no están embarazadas!” confiesa con vergüenza ajena.

Mini nota con la Reina Militante:
-Sofía, ¿cómo llegas a la militancia?
Siempre me interesó lo social. Ya en la secundaria empecé a participar y  estuve a cargo de varios proyectos vinculados con la política. A mí no me convencía eso de “militar”, pero el año pasado  por casualidad un chico me hizo conocer “La Güemes” y me deslumbró. La manera en la que hacen las cosas es tan distinta y pasional que llegué para quedarme.
-Perdón pero, ¿una chica linda además piensa? ¿Y tiene compromiso político!?
Por supuesto! Gracias a dios estamos en una época donde los jóvenes buscan cambiar su realidad. Algunas personas creen que haber militado me condiciona para ser reina; los mendocinos somos muy conservadores, pero yo les digo que se queden tranquilos.
-¿Cómo ves la cultura de la imagen extendida a cada ámbito social en que nos movemos?
Creo que nuestro gran desafío como sociedad es dejar de idealizar la belleza. ¿En qué nos basamos para saber o decir quién es más bello que quién? ¿Cuál es el concepto de hermosura entonces? ¿Importa sólo lo exterior? Son preguntas que debemos hacernos.

Para Perla Prigoshin, la funcionaria de Consavig, “lo que demuestra el avance es que haya una reina que milite. No hay que detenerse en que la piba quiso participar en ese concurso o que soñaba desde chiquita con la corona… Esta es una lucha difícil, porque es contra un sistema cultural. Yo soy una feminista comprometida y cuando engordo dos kilos me vuelvo loca; trabajo todos los días para desarmar mis deslizamientos machistas. Todavía falta mucho, pero hemos logrado cosas.

Es una nenaaaaa!
Cinco años tenía Carola Krizak cuando en setiembre pasado,  la coronaron Reina del Capullo, en la Fiesta Nacional de la Flor. ¿Qué habrá sido de las otras quince nenas que “perdieron” el certamen? Seguro sus familias les explicaron que en realidad lo importante es lo de adentro.
Aunque con escasa prensa, y bastante menos tics y maquillaje que la versión norteamericana, acá también tenemos nuestras pequeñas ´miss sunshine´ adornando eventos regionales. Con  postulantitas que van de los 3 a los 8 años, según el caso. Hay miss Espiguita (una versión aniñada de la Fiesta provincial del Trigo, en Tres Arroyos); reina del Salmoncito en el municipio de Camarones, Chubut; mini reina de la familia en Miramar; pequeña miss Azahar, en Bella Vista; soberana pocket de la fiesta de artesanos de Trelew. Siempre así, en diminutivo.
En San Luis, por ejemplo, armaron este año un concurso de princesitas para celebrar el aniversario de la fundación de la ciudad de La Punta. Hasta ahí más de lo mismo, pero lo insólito es que las nenas ¡debían anotar sus medidas en el formulario de inscripción!
¿Qué medidas serán consideradas más adecuadas? -se pregunta el comunicado que envío con carácter de urgente la Consavig-, y sigue despiadado: “¿qué modelo de niña-mujer se está buscando y promoviendo? ¿Por qué los cuerpos de esas niñas y jóvenes deben ser expuestos y sometidos al escrutinio? ¿Por qué las chicas tienen que ser solteras? ¿Para quienes deben estar disponibles?”
Hay que decir que la provincia de San Luis adhirió el año pasado a la ley 26.485, que busca erradicar cualquier tipo de violencia. Pero las autoridades puntanas no se dieron por aludidas. El evento se hizo de todos modos, aunque sin elección ni jurado. Y todas se llevaron coronita.

¡A Despatriarcar!
En los últimos años, se multiplicaron las acciones contra este tipo de competencias consideradas, cada vez más, una práctica discriminatoria y sexista. Planteos judiciales que antes eran impensados, movilizaciones de grupos feministas, organismos gubernamentales que salen a concientizar y proyectos legislativos que buscan regular o hasta eliminar cualquier clase de fiesta que tenga a la mujer como una mercancía exhibida en el centro de la escena.
“Es necesario abordar la contradicción que se genera en muchos municipios o gobiernos provinciales, que en nombre de la tradición o la cultura popular sostienen y financian estas fiestas donde cosifican a la mujer exponiendo a jóvenes y niñas a un esquema simbólico denigrante y ficticio, mientras promueven políticas públicas en defensa, o protección de los derechos de las mujeres” exhortó hace poco Susana Diéguez, legisladora del Fpv a sus colegas cuando presentó en el recinto su proyecto para democratizar los concursos –varios- que se hacen en la provincia de Rio Negro. Implacable.
Pero si algo faltaba para abonar nuestra hipótesis de la decadencia de esta monarquía de banalidades es lo que pasó con la ganadora del Cola Reef 2013, el más cínico de todos, que elige al mejor culo del verano y nena, por favor date vuelta que no necesito verte la cara. Lis Moreno abrazó su ramo de flores y les dijo al oído a los organizadores que aceptaba encantada representar a la marca en toda Latinoamérica. Con la condición de no volver a exhibir el traste.
Valeria Sampedro
Publicado en la revista Sophia (junio/14)