Un grupo
multidisciplinario armó un comando anti trata. Hay artistas, docentes,
abogados, psicólogos. Hacen pintadas, intervenciones callejeras y “limpian” la
ciudad de todo tipo de oferta sexual. Aseguran que la prostitución nunca se
elige y que es una forma de esclavitud.
No somos tus Putas. Somos tu hija, tu hermana, tu
vecina y la madre que te parió.
Arte en
estado de ira, un comando anti trata anda suelto y sale a la calle para
intervenir la realidad. Tal vez hayan visto sus instalaciones o alguna pared pintada
con su proclama. Son un puñado de artistas queriendo denunciar y combatir la
esclavitud sexual. Nada menos.
Luchar contra la trata de personas
haciendo “performances” puede sonar
banal...
“Lo que nos interesa es decir algo de un modo diferente. Creo que el arte
no tiene que pedir permiso para tocar estos temas. Y con las performances
hacemos eso, entrar sin permiso, sorprender. El arte visual transmite un montón
de cosas sin palabras. Es un catalizador que transforma” dirá Paula Zambelli,
instigadora de este espacio que no
tiene nombre y tampoco un número definido de integrantes.
“Digamos
también que los artistas somos un poco esnobs” agrega Ana Devana, fotógrafa de
profesión, feminista declarada desde los 14 años y parte del proyecto. “A
través de las intervenciones urbanas buscamos visibilizar la violencia, no
ejercerla. Tenemos en común que el tema de la trata nos sensibiliza
profundamente y asumimos el compromiso de hacer algo.”
Paula: “En realidad es un espacio
interdisciplinario, la verdad es que tampoco es necesario ser artista para
sumarse. Cualquiera que se quiera acercar y que esté comprometido con el tema
es bienvenido. No queremos cerrarnos, sino todo lo contrario.”
Es hora de
usar la palabra colectivo. Este “colectivo” entonces –casi un doble camello cargado
de fotógrafos, diseñadores, músicos, abogados, psicólogos y docentes-, es lo
último en activismo creativo. Si las Guerrilla
Girls plantaron bandera en la
Nueva York de los años ’80 como una tropa de combate que
defendía el lugar de la mujer en el mundo artístico, pisándole los talones
aparecía Polvo de Gallina Negra, el
primer grupo de arte feminista forjado en México. Mientras empezaba a gestarse
en Bolivia el movimiento Mujeres Creando,
un conjunto de desobedientes listas para desparramar en el espacio público su
filosofía libertaria. Más acá, Las
Choras del Puerto hacían un poco de ruido en su Chile natal autodefinidas
como brujas, locas, histéricas, putas, amazonas, marimachas, vírgenes, guerreras,
descarriadas, un insulto a la sociedad patriarcal. Y en la Argentina , el trío de chicas sujeto conocidas como Mujeres Públicas iniciaba su acción
militante hace una década interviniendo la ciudad.
En el nombre del Arte.
“Vengo de
la experiencia de participar en distintos colectivos de arte y suele haber
demasiados problemas de ego. Esta vez fue muy diferente, lo buscamos así.
Decidimos no ponerle nombre. Ni siquiera grupo le decimos. Queremos que sea
algo abierto, posmoderno, fluctuante. Que estén los que quieran estar, sin
conflictos de cartel. Somos copyleft, para
nosotro el artista tiene que ceder su dimensión de autoría priorizando el
mensaje que queremos transmitir” manifiesta Paula, casi sin respirar ni dar
respiro, en una clase de austeridad que nada mal le vendría a unos cuantos, en
el ecléctico mundillo del arte.
Un poco por
lo dicho y otro poco, tal vez, por intentar una militancia superadora en
cuestiones de género, es que el comando anti trata incorporó un poco de fuerza
bruta a sus filas. “No somos antihombres. El ultra feminismo es el problema
básico, por eso decidimos romper con ese prejuicio e incluirlos. Es más,
deliberadamente nos definimos como un conjunto de hombres y mujeres -en ese
orden- que visibiliza la explotación sexual”.
Hace poco, salieron
a limpiar la ciudad de propaganda proxeneta: fuera los carteles que ofertan burdeles
y colegialas del Rubro 59. Detrás, una procesión de cuerpos encadenados
caminaba en silencio por la avenida Corrientes.
La cuestión de fondo.
“Existe la
trata de mujeres porque hay demanda y no alcanza con la oferta de la
prostitución. Por eso la lucha debe apuntar también a cambiar una cuestión
cultural, que es el consumo. Sin clientes, no hay trata” asegura Paula.
¿Ustedes qué piensan del reclamo de aquellas que se
declaran prostitutas autónomas y piden que las dejen trabajar tranquilas?
-Entiendo
el planteo, pero creo que la mayoría terminó en la prostitución a causa de la
pobreza o de situaciones familiares complicadas, entonces no es una decisión
genuina sino una forma de supervivencia. Habrá
algunas que lo eligen como modo de vida, pero son contadas. Y el problema es
que ese discurso termina siendo funcional al aparato de explotación sexual.
¿De qué manera?
-Es que el
sistema es inteligente y se renueva, y encontró en el concepto de “trabajadora
sexual” la llave para su autolegitimación. Si las mismas prostitutas sostienen
que lo eligen, por qué debería verse como algo malo e ilegal… Es la forma mas
perversa y efectiva de manipulación, que ellas crean que son libres.
¿Y los clientes?
-Insisto, todo pasa por la
educación, y la cultura. Hay que revisar el modelo de hombre que se impone, y
que sigue siendo el del macho. En ese sentido, creo que el varón también es
víctima, víctima del estereotipo. De la presión que se ejerce para mantenerlo
en ese rol. Pero va siendo hora de que el género masculino empiece a
replantearse todo esto. Cuanto antes.
Valeria Sampedro.
Estimada Valeria, la trata y la explotación de mujeres existe, por una única razón, la policía, el gobierno, la justicia y la gente, no hacen nada para eliminarla. Yo he vivido en muchos pueblos de la Pcia. De Buenos. Aires y cualquier fulano sabía dónde quedaba el prostíbulo, por lo cual, el juez del pueblo, el comisario y el intendente, se hacían los dolobus con este tema, supongo que como pasa en muchos casos, es la “caja” de la comisaría y desde allí se repartirá para el resto de los estamentos. Lo mismo pasa en Capital y ciudades importantes como Mar del Plata que cuentan con por ejemplo el emblemático “Madajos”, que no existe cristiano que no lo conozca y nunca fue clausurado. Mientras que alguien se enriquezca con este flagelo, difícilmente se va a terminar este modelo de esclavitud moderna. Por el lado de las “independientes”, indudablemente en algún momento de su vida han tenido alguna experiencia traumatizante que las llevó a no valorizarse como ser humano (nadie elige ser puta) y creen que pueden elegir su forma de vida y salir cuando quieran, cosa que con el tiempo se torna imposible porque las ganancias de una profesión en un día de trabajo equivalen a lo que ganaría alguien trabajando todo un mes, por lo cual “no way”.
ResponderEliminarhttp://cparodi1961.blogspot.com.ar/