Cada 20 minutos, en la Argentina una mujer entra al
quirófano para agrandar o levantar sus senos. Al mismo tiempo, otras cinco se
disponen en camillas a tratamientos no invasivos. Y dos más se alistan para
algún otro retoque que les devuelva por un rato la autoestima: levantamiento de
parpados, narices respingadas, lifting, aumento de glúteos, rejuvenecimiento
vaginal. Cirugía a la carta y con financiación en cuotas. Ocho intervenciones
cada veinte minutos. Veinticuatro por hora. (24 x 24) = 576 operaciones cada
día. (*)
Hacerse, repararse, alisarse, alindarse. Vayan desechando
cualquier ilusión sobre el fin de la tiranía del cuerpo perfecto. La belleza
artificial sigue ocupando el trono en este reino de las apariencias.
“En los últimos años hubo un aumento en la demanda de
cirugías estéticas, el incremento ha sido exponencial. Hoy en día cualquier
mujer con un trabajo estable y tarjeta de crédito, puede acceder a una
operación” apunta el Dr. Javier Vera Cucchiaro, presidente de la Sociedad
Argentina de Cirugía Plástica. Y desliza: “La mujer argentina es muy exigente
de resultados.”
Nos hubiera encantado venir a hablarles de un nuevo
paradigma, con más flaccidez y no tanto bisturí; con rollos, estrías; y nuevas
hermosuras. Pero no. Los desfiles de “mujeres reales” nacieron revolucionarios
aunque pronto se convirtieron en una performance que con suerte llega a la tapa
de las revistas una vez al año, en el Día de la Mujer, y cosecha aplausos de
corrección política, mientras el minuto a minuto impone el parámetro de tersura
que deben tener nuestros muslos.
“La belleza es una construcción cultural, normativa y
antropológica. Desde Lacan, Foucault y Levi Strauss, la subjetividad femenina
es una constante pregunta sobre cómo se construye la máscara de la belleza, como
una identidad temporaria posible –explica la psicóloga Fabiana Barreda. La
pregunta es si esas máscaras que son convencionales nos satisfacen, porque son
crueles o, peor, aburridas y no permiten desplegar toda la fuerza y potencia
creativa del deseo femenino”. En un rato, Fabiana volverá para cambiar el
enfoque de la nota.
Mientras tanto, una feminista aguerrida como es Mabel
Bianco, presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer,
habla de modelos muy estereotipados y señala que el gran problema es que se
cifra todo el éxito y la felicidad en el aspecto corporal. Por su lado Bárbara
Guerschman, antropóloga que hace diez años se infiltró en una escuela de
modelaje para su tesis sobre el mundo fashion, sostiene que el centímetro todavía
funciona como carta de presentación y que la belleza es el capital puesto en
juego. “Todavía el atractivo físico constituye un medio para afirmar la valía
de la persona”.
¿Cuánto más vales con un par de implantes que te liberen
de la dependencia adictiva del push-up? ¿Las ondas rusas nos harán ganar dos
años de minifalda sin complejos? ¿Seguiremos pareciendo treintañeras con un
poco de botox en las comisuras? ¿Cuántos días le robaré al almanaque con una
buena dermoabración, mucha agua mineral y un par de aplicaciones de ácido
hialurónico?
La respuesta está agazapada en los consultorios. “A la
mujer le da más seguridad; ante su pareja, con las relaciones en general… de
hecho uno percibe un cambio de actitud antes y después de la cirugía. Es como
estar mejor vestido” afirma Juan Carlos Rodríguez, presidente de la Sociedad de
Cirugía Plástica de Buenos Aires. Y ensaya un consuelo, dice que los métodos
menos invasivos crecieron mucho y que esos tratamientos pueden retrasar una
cirugía (¿¡no evitarla!?). “Ahora las pacientes prefieren hacerse algo natural.
Hoy la tasa de busto que piden es 95cm, en la década del noventa la demanda era
por arriba de 100. En realidad es el resultado que también preferimos los
cirujanos”. Algo parecido piensa su colega Javier Cucchiaro y cuenta cómo las
suturas van mutando al ritmo de los trajes de baño: “La mujer argentina no
tolera cicatrices grandes. En los 90 estaban de moda las bikinis muy altas y
las costuras en el abdomen se hacían de acuerdo a esa forma; ahora son muy bajas
y tuvimos que modificarlas”. Pero lo que en realidad desvela a este hombre es
la proliferación de chantas que prometen resultados capaces de igualar a un
photoshop: “Lo más importante es la capacitación de los médicos. Nosotros como
especialistas debemos aconsejar a nuestras pacientes. Es importante que se
informen y hagan más de una consulta con cirujanos acreditados por nuestra
Sociedad (SACPER)”. En cualquier caso, estamos hablando de un negocio
multimillonario. Que factura -atención con el dato- por los menos 500 millones
de pesos anuales sólo de implantes mamarios.
Todo pareciera confirmar el fracaso de la lucha
feminista. El movimiento que les explicó a las mujeres que no debían dejarse
esclavizar por la norma que impone un único modelo de belleza, sucumbió a la
tentación de la piel de durazno. La trampa es dialéctica y figura en nuestro
propio manual de combate: libertad de acción sobre el propio cuerpo.
Mabel Bianco, de FEIM: “Hay que revisar el costo que trae
aparejado centrar todo en el aspecto físico. Y no me refiero a lo económico
sino al costo emocional que implica para las mujeres correr detrás de un ideal
inalcanzable y vivir pendientes del afuera”.
Barbara Guerschman, la antropóloga: “Los desfiles XL o
las publicidades que muestran la belleza natural son iniciativas aisladas y
hasta me atrevería a decir que algo cínicas. El photoshop va a seguir
existiendo porque se sigue queriendo tapar aquello que se considera
imperfecto”.
No es pesimismo. Son los números que hablan. De a
montones, de a miles. Es la estadística la que viene a decirnos que todo bien
con ese intento mediático de imponer los escotes chatos. Re gracias a Calu,
Juanita Viale y Agustina Cherri, pero la Argentina sigue en el top ten de
países con más cantidad de cirugías plásticas por habitante. Ocupa el puesto
nro. 9, con más de 285 mil procedimientos estéticos -quirúrgicos y no
quirúrgicos- según el último informe de la Sociedad Internacional de Cirugía
Plástica, presentado a mediados de 2014. La cadena de montaje funciona a la perfección.
Ahí vuelve Fabiana Barreda, con los tacos de punta
–literal-. Además de psicóloga ella es artista y teórica del arte
contemporáneo. Su mirada pone patas para arriba esta nota. Lo primero que
plantea es la necesidad de cortarla con el “discurso progresista” que condena
las cirugías y señala al mejor estilo maestra ciruela lo que debería ser. Ella
opina que la cosa es más compleja y que lo mejor que podemos hacer todos, y
cuanto antes, es dejar de pelearnos con las mujeres operadas y empezar a cambiar
desde los distintos ámbitos el modelo que nos lleva al quirófano. Menos
moraleja, chicas. “Lo interesante es que el sujeto, en su singularidad pueda
elegir su condición de construcción corporal, porque si no es como que ponemos
a priori que la cirugía está mal. Creo que depende de cada caso y según el uso
crítico que se le dé, eso puede funcionar o no funcionar. Después aparece la
norma, la tendencia. Las cirugías hoy son una tekne más de autoconstrucción de
la máscara, el problema no es en sí la cirugía sino para qué la usan las
mujeres”. (Tekne vendría a ser la herramienta, tecnológica, científico-médica,
que permite alcanzar ese patrón de belleza deseado/impuesto).
Mabel Bianco vacila: “Es cierto que las cirugías forman
parte de la construcción del sujeto femenino, el tema es que se hace sobre
modelos ajenos e impuestos, entonces termina siendo la construcción para los
otros, no para una misma. Hay que trabajar la autoestima porque algo ahí está
muy débil”.
Fabiana arremete: “En la vida real, las mujeres que no
responden al canon son tan deseadas como una top model, eso se observa en las
redes sociales. Hay tantos tipos de mujeres, como hombres que le pongan `me
gusta´. Ese es un contramodelo que avanza también”. (¿podrá un like convertirse
en algo más que una adicción egocéntrica?). “Yo trabajo con fotografía, uso el
autorretrato como forma de expresión. Creo que cada una se reinventa desde el
autorretrato… Lo que ofrece el arte, como estrategia política, es la mirada
crítica de poder usar una cámara, o lo que sea, para plantarse desde donde uno
cree que es bello. Desde donde uno éticamente quiere ser amado, o quiere
sentirse estable emocionalmente con su propio esquema corporal. Pienso que si
construimos imágenes de mujeres mayores de 50 no operadas, se empezaría a
generar una nueva forma de legitimación que todavía no circula”.
Mabel de nuevo. “Hay que
entender la belleza es algo integral y no sólo físico. Que el bienestar
radica en no vivir pendiente de la belleza física y que si nos dedicáramos más
a estar bien con nuestro espíritu nos verían más lindas, no meramente por estar
con la nariz más respingada o tener más o menos lolas. Pero para eso debemos
privilegiar nuestro equilibrio psicofísico”.
Por último Fabiana. “Esa búsqueda de fundar una identidad
bella con lo que hay de tu cuerpo es la clave para pensarte, como vos podes
crearte, recrearte físicamente. Ahí
es donde yo siento que hay una opción”.
(*) Informe anual 2014 de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (ISAPS)
Valeria Sampedro
(nota publicada en Revista Sophia edicion Invierno/15)
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