Ya veníamos alienados con tanta socialización desparramada por las redes.
El afán de tener un millón de amigos virtuales, que todos pongan me gusta a cualquier pavada que se te
ocurre compartir, la ventilación de lo doméstico como si a alguien le
interesara que estás haciendo cola en un supermercado o que el aire
acondicionado no funciona -me estoy tomando un café, el verdulero me vendió un
kiwi pasado, buen lunes, y lo más detestable de todo: la proliferación del
ingenio en 140 caracteres. Habría que expulsar de Twitter a esos geniecillos
virtuales. Sabelotodos.
Cuánta responsabilidad tiene Facebook de esta SecondLife en la que casi todos terminamos metidos. Pionero de la autoindulgencia
que habilita sólo pulgares para arriba y nos permite, ante el primer comentario
crítico, silenciar a ese sujeto para siempre.
Como si no les alcanzara tener un tentáculo puesto en la ventana de nuestra
pequeña vida, resulta que ahora el Face
te avisa cuando no estás alcanzando el estándar de una foto publicable.
¡¿Perdón!!? Si, si, que los cráneos de FB están a full desarrollando una
herramienta que va a escanear tu imagen para decidir si te favorece la selfie
que acabas de sacar o va a incinerarte el perfil. Algo así como evitarte el mal
trago de un ´no me gusta´.
El sistema combina tecnologías de inteligencia artificial que permiten distinguir
cuándo las imágenes nos hacen “quedar bien” ante la cada vez más importante
mirada de los otros. Y atenti, porque en caso de que no respetes el canon fb la máquina te preguntará,
mirándote directo a los ojos: “¿Estás realmente seguro de que quieres que tu
jefe y tu mamá vean esto?”. Cuando creías que ya estabas bien de terapia, llega
feisbuc para recordarte que Él es tu nuevo SuperYo.
No voy a hacer ahora un alegato sobre arquetipos de belleza y parámetros de
aceptabilidad del comportamiento social. Aunque sería bien interesante poder discutir
con esta gente qué variables cargan en su computadora madre.
Punto aparte y una indignación postergada que viene a cuento de esta peligrosa
arbitrariedad de la red social de las Caras y caretas. Hace menos de un mes
denuncié a unos pedófilos que publicaban y compartían fotos de adolescentes
sub-18 en poses al mejor estilo contratapa del diario Popular. Pibitas en tanga
jugando a la bebota sexie. No mucho más, nada menos. Y una sucesión de
epígrafes y comentarios repulsivos. Sin
embargo, la respuesta de Facebook llego
unos días después rechazando mi petición. No consideraban que dicha página
violara las normas comunitarias de Facebook. Un par de semanas más tarde me
borraban del perfil la vagina clausurada con cierre que ilustraba mi nota
criticando la campaña Macrisida. Por
pornográfica.
Ese es el umbral de lo publicable para Facebook. Mejor, ir por la vereda de
enfrente.
Valeria Sampedro.