La trama gitana no tardó en aparecer. Nos
estaba faltando un culebrón y cada nuevo dato venía a decorar una página perfecta
para la crónica policial. Todo servido en bandeja por “fuentes de la
investigación”. Don Jesús, jefe del clan junto a su primo el cebolla y una pistola calibre 40 con mira láser para hacer
justicia zíngara contra el hombre que mancilló el honor de su hija. Historia de
infidelidad, amantes, promesas incumplidas y la mafia gitana que, se sabe, no
perdona. Tanta fue la excitación que hasta llegó a leerse por ahí la vieja fórmula
de crimen pasional.
Todo en potencial y abonado por las autoridades
que vía tuiter arengaban “clan mafioso de gitanos detenidos. ¡El que las hace
las paga!”. Para entonces la noticia novelada se escribía ya a mil manos, con récord
de likes y opinólogos siempre bien dispuestos a ganar seguidores con su raid
mediático.
Dejemos por un rato el protocolo de buenas prácticas
periodísticas y movamos la foto de Estefanía, 24 años, casada, dos hijos PERO..
¿presunta amante del asesor acribillado?
De pronto un “giro” en la investigación; la
mujer declara que ni conoce a las víctimas del ataque y las fuentes se hacen
las sotas. Ni un dato parece sostener la hipótesis de la relación amorosa. ¿Y
ahora, cómo seguimos? ¿Borramos a la piba de los historiales de búsqueda? Quién
mancilló el buen nombre de la hija del gitano al final.
Cuentan que, por estas horas, hay reunión en las
redacciones para ver cómo lograr que la
realidad no les arruine esta hermosa historia.
Valeria Sampedro.