El manual de instrucciones del nos estamos conociendo
indicaba que ahora debía esperar. Al menos un par de días. Convenía evaluar el tráfico de likes, asimilar el efecto del
último encuentro, calcular cuántas veces pensaba en él durante el día. Revisar
el grado de respuesta. En definitiva, medir el impacto.
Foto: IG @raichijk_daniel |
Nada de eso
tenía en la cabeza cuando se puso a escribirle una invitación descarada para
que volvieran a encontrarse. Pero justo antes de mandar el mensaje se
acordó del instructivo ese y del último consejo de su psicóloga, evitá quedar
expuesta. Así que decidió esperar. Uno, dos minutos. Tres. Diez. Qué era esa sobreactuación
de indiferencia. Ella no era así. Trazar una estrategia para simular que no te
gusta el chico que te gusta. Todo raro. ¿Y sus ganas?
Divagaba
sobre cuestiones cuando el semáforo se puso en rojo. Las luces de la
noche se alinearon en una metáfora perfecta: era la prohibición o la luna.
Se puso a
pedalear con determinación hasta aquel edificio en el que había estado hacía
unas horas. Ató la bici en el arbolito, se sacó el casco y sin pensar
demasiado tocó el 3ro D.
Valeria Sampedro
#Microhistoriasdeamor
No hay comentarios:
Publicar un comentario