miércoles, 25 de marzo de 2015

La justicia del patriarca.

Pensaba en Rosana (Galliano), en sus 29 años, sus dos hijos. En Arce (Jose) y en la madre que lo pario (Elsa Aguilar). Pensaba también en la madre que pario a Rosana (Graciela) y en cómo hará esa mujer para no morir de rabia y de dolor; para que le quede un resto de paciencia y civilidad, para seguir pidiendo justicia a una Justicia ciega e idiota, que acaba de concederle al asesino la posibilidad de vivir en su casa con esos pibes -sus propios hijos- a quienes les mató a su mamá.
Qué clase de código, penal y moral maneja la jueza (Elena Bárcena, sí una mujer) cuando decide seguir victimizando a estos nenes de 10 y 11 años, que saben todo lo que pasó y que no entienden por qué se los condena a ellos también.

Y cuál es el orden de prioridades del Juzgado de Familia de San Isidro, que tiene pendiente de resolución, desde hace 7 años, un pedido de tenencia de la otra abuela, la de los ovarios como pelotas de básquet.

Demasiadas preguntas mientras Jose Arce, condenado a perpetua por haber planificado el crimen de su ex mujer –con un fallo ratificado por Casación- toma mate en su casa de Pilar junto a su mamá, la abuelita homicida de esta historia de terror. Lo de la prisión domiciliaria se explica por los 86 años de ella y el deteriorado estado de salud de el, por un ACV que dejó secuelas. Lo que no hay manera de explicar es cómo la justicia permite a esta gente criar a las víctimas colaterales de este asesinato: los chicos.


Mientras tanto, la racionalidad es apenas un proyecto de ley (de la Casa del Encuentro, para que los femicidas pierdan la patria potestad de sus hijos) que nadie se decide a tratar en el Congreso.

Mientras tanto, el contador de femicidios supera las 1810 mujeres asesinadas desde el día en que mataron a Rosana (enero de 2008).

Mientras tanto, la sala de espera de la Oficina de violencia doméstica esta atestada de mujeres temblando de miedo, que se miran de reojo y depositan en ese lugar su última esperanza de justicia.

Valeria Sampedro.

2 comentarios:

  1. Los otros dias veia por tele a Arce y su mamá. Estaban en el jardin de la casaquinta donde todo pasó y aun viven. Y pensaba que aun estando condenados la sensación es de in-Justicia. Un hábil abogado transforma en leve una condena que no parecen llevar ellos. Sino los nietos que, insólitamente, aun cuidan.

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