Nadie nunca
imaginó que pudieran terminar siendo amantes. Ni ellos mismos. De hecho no
llegaron a serlo, aunque estuvieron a un paso. La cita había sido pautada con
anticipación: el próximo viernes, acordaron. Por la tarde. Aún no estaba
definido el lugar, ni si tomarían café, helado o cerveza. Ella le advirtió, la
cerveza me desinhibe, no sé si podrás soportarlo. El retrucó, por qué no.
Se conocían
desde hacía años, aunque apenas sabían el uno del otro. De hecho se gustaban,
pero era una empatía más bien estética despojada de tensión sexual. Así que
aquella mañana en que por casualidad coincidieron en un bar y ella le contó que
su matrimonio se venía a pique, él lo lamentó sinceramente y cuando la
conversación se adentró por los oscuros senderos de las relaciones él terminó por
confesar que no estaba enamorado de su mujer.

Ella imaginó mil
escenas posibles. Todas terminaban con un beso. Él, nadie sabe bien qué habrá
pensado, o temido, porque unas horas antes del encuentro le avisó que había
surgido un trámite. Que mejor ni el café.
Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor
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Me gusta mucho como escribís. Nunca dejes de hacerlo. Muchas Gracias
ResponderEliminarLeo