Extraña
escena. Él llegó al bar con un ramo de margaritas naranjas, dispuesto a
dejarla. Nadie te deja después de regalarte flores, pensó ella. Sin embargo,
él.
Pero las
flores ahí jugaban un papel de agradecimiento, de gesto tierno para apaciguar
el adiós. Habían sido muchos años y no sería justo terminar enojados. Se
miraron con ternura, con nostalgia de los buenos ratos.
Él pidió la
cuenta, le dio un último beso en la mejilla, salió del bar y se puso a andar.
Sacó el celular del bolsillo y escribió: qué tenes que hacer esta noche.
Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor
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