Era sábado a la tarde, pleno invierno, ya casi oscurecía.
Discutían detalles de la división de bienes, quién se quedaría con la heladera,
quién con el televisor, si convenía desarmar el juego de sillones, qué harían
con la cama matrimonial.

Sobre esa
cama, entonces, es que estaban organizando detalles de la separación cuando él
le sacó a ella el anotador de la mano, tironeó para traerla hacia él y se
abrazaron fuerte.
Ella lloraba sin ruido pero el pecho era un escándalo de
latidos furiosos. Volvieron a mirarse a los ojos después de meses de ni
registrarse. Eran ellos. No los mismos, hace rato que se habían convertido en
otros. Pero eran ellos, ahí, abrazados por última vez.
Se besaron con hambre. Y cogieron divinamente. Como
entonces, como animales.
Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor.
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