viernes, 22 de junio de 2018

V. Mejores amigos


Bueno. Digamos que llevaban una década de pulcro afecto; se conocieron como estudiantes, se respetaron como colegas, empezaron a quererse mucho y se volvieron compañeros indispensables de la vida. Esa gente que uno quiere tener cerca, a como dé lugar.
Ph. IG: @raichijk_daniel
Años de contarse dramas familiares, calenturas, confesar miserias, prestarse plata, pedir consejos de amor. Estar en las trastiendas; a cara lavada, de pésimo humor, llorar con mocos, reírse a carcajadas, olvidar la pose. Despojar cualquier vínculo del deber ser puede volverse un vicio.
Y sin embargo, jamás una mirada de reojo, jamás un atisbo de duda ni recelo alguno por parte del (o la) acompañante de turno. No daban lugar. Y eso que juntos hacían una pareja increíble. Lo sabían. Ellos mismos bromeaban con el asunto, jugaban a desafiar las leyes que injurian la amistad entre el hombre y la mujer. Ellos sí podían. Al menos, habían podido hasta ahora.
Hasta un domingo en Plaza Francia, la feria, pochoclo, estatuas vivientes y el primer beso.
No estaba en los cálculos que resultara tan placentero y se abrazaron asustados por haber roto el pacto. Él le susurró al oído un te quiero tanto, me gustas tanto, te juro, que tengo miedo de que todo esto salga mal.
¿Qué podía salir mal?

Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor 



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