jueves, 13 de septiembre de 2018

XXIV. Dejarlo ir


Nada más triste que la última cita. Ese encuentro en lugar neutral para decirse adiós civilizadamente con un café de por medio, o con suerte algo de alcohol. Desde cuándo el amor suponía tanta burocracia. Despedirse. Avisarle al otro los porqués, qué tedio.
Por suerte eligieron un bar con una cerveza tirada riquísima. En verdad habían pasado muchas noches borrachos de amor en esa taberna, no se si era el sitio indicado. Al menos, no iba a faltar épica.
Ph. IG: @raichijk_daniel
A la tercera ronda él creyó que ya era suficiente, tenía ganas de besarla y proponerle volver a intentarlo, así que agarró la campera, le acarició el huesito ese donde nace la mandíbula y se fue antes de que su chica (su flamante ex) lo viera llorar.
Ella apuró su birra de un trago y salió casi detras suyo. Sacó un cigarrillo (fumaba negros), se apoyó en la columna del bar y lo vio alejarse. Pensó, qué gran amor.


Valeria Sampedro.
#Microhistoriasdeamor

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