viernes, 9 de mayo de 2014

Amal Chabach, la Rampolla musulmana

Fue la primera sexóloga de Marruecos y el mundo árabe. Y sigue siendo la única. En un país que todavía considera el sexo un tema tabú, Amal Chabach suelta la lengua y habla de todo. Mujeres en pie de guerra por un orgasmo o el macho musulmán intimado a dar placer.El orgasmo como punto de partida. Repitan conmigo señores: OR-GAS-MO! y métanselo en la cabeza. Es la Prioridad Femenina Universal.
“Cada vez más mujeres vienen a consultarme para tener orgasmos” dice Amal y rompe el mito de sumisión que supone a la mujer musulmana envuelta en un velo y con la mirada apuntando al piso.

Amal, es Amal Chabach. Y allá en Marruecos, el Reino de Marruecos, ahí al norte de África, a nueve mil kilómetros de distancia; ahí donde el Islam impone sus reglas, donde se reza cinco veces al día, las señoras visten recatadas, y las jovencitas deben empuñar la bombacha como bandera para exhibir el fin de su virginidad. Ahí, decíamos, esta mujer se convirtió en el emblema de la revolución sexual.

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´Bonsoir, je suis une journaliste argentine et je voudrais contacter avec Amal Chabach´... Silencio del otro lado de la línea (¿habré pronunciado bien?). El secreto mejor guardado de Marruecos acaba de trascender las fronteras.

“Gracias por su ayuda para dar a conocer mi lucha por una mejor vida sexual en mi país, y por una conciencia superior...” Amal dice lo suyo y no podemos dejar de pensar en nuestra Rampolla. Desde esa perspectiva, Chabach vendría a ser una versión minimalista: desprovista de geles, vibradores, anillos peneanos, y todos esos etcéteras que tanto le gustan a Alessandra. “Los juguetes están prohibidos en Marruecos. Muy pocas parejas los usan, los compran en Europa; en general no son bien vistos, sobre todo por los maridos que sienten afectada su virilidad, porque entienden que la satisfacción de su mujer debe depender sólo de su erección (…) Me encantaría encontrarme con la señora Rampolla, para conocerla y aprender de su experiencia en América Latina”.

Amal tiene 44 años, es musulmana, pero se define como practicante moderada. Estudió medicina en París y un día -hace doce años-, después de hacer la práctica médica en su ciudad y comprobar que las mujeres pedían a gritos un poco de lujuria, decidió hacer la especialización en salud sexual. Desde entonces ostenta la asombrosa particularidad de ser la única sexóloga en todo el mundo árabe.

-¿Cómo reaccionó su familia cuando le contó lo que quería hacer?
Tengo la suerte de tener unos padres que siempre me animaron a hacer aquello en lo que creo. Es cierto que en 1996, cuando anuncié mi decisión de estudiar sexología, era algo impensable en nuestro país en ese momento, más teniendo en cuenta que soy una mujer. Pero, mis padres creyeron en mí, me apoyaron económica y moralmente, sobre todo al principio, cuando no me daba ni para pagar el alquiler del consultorio.

-Imagino que no debe haber sido fácil empezar a hablar de sexo en los medios de comunicación.
Cuando obtuve mi diploma, en 2000, muy pocos medios hablaban de sexualidad y yo tenía muy pocos pacientes. Después de la aparición de la famosa píldora azul, los laboratorios hicieron mucha publicidad para vender su producto. Y la gente empezó a comprender que los problemas sexuales pueden ser tratados. Al principio venían a verme sólo hombres, luego las mujeres se fueron animando también. Diría que hoy tengo 40% de mujeres, 30% de hombres y otro 30%, de parejas.


El mito del harén.
En Marruecos no hay muchos hombres que estén casados con varias mujeres, nos cuenta Amal. “La poligamia está permitida por el Islam pero tiene una condición: que el marido sea equitativo con todas sus esposas, lo que es muy difícil. Primero, porque financieramente no puede asumir dos casas; luego porque las mujeres se niegan a la poligamia, y además ellos tienen miedo del castigo divino si no logran ser equitativos”. Pero concede un ejemplo que reaviva la fantasía: sí, el harén se metió en su consultorio. “Una vez tuve que atender a un sexagenario que no daba abasto para satisfacer por igual, como le obliga la religión, a sus tres esposas. Quería saber cómo estar a la altura".

-¿Para las mujeres marroquíes, el sexo está asociado al placer?
La mujer aquí ha evolucionado y está cambiando. Hace veinte años no se atrevía a pedir placer por miedo a ser juzgada como "una chica fácil", “una prostituta ". Hoy en día, cada vez más mujeres exigen su derecho a la satisfacción sexual, al orgasmo, a un intercambio mutuo. La mujer marroquí se ha vuelto independiente económicamente, tiene éxito profesional y demanda igualdad en todo lo que atañe a la vida conyugal, incluido lo sexual.

-Y ante semejante planteo, ¿cómo reaccionan los hombres? ¿Consultan  cómo satisfacer a la mujer?
¡Sííí! Cada vez más los hombres toman conciencia de la importancia de una vida sexual satisfactoria para ambas partes. Hace una década se creía que un hombre viril era aquel que lograba una buena erección. Ahora se considera un verdadero hombre al que llega a satisfacer sexualmente a su mujer. Hay incluso esposos que dejan de lado las relaciones sexuales si la mujer no logra orgasmos. Se niegan a divertirse solos.

-¿Cómo se concilia el “deber conyugal” con el derecho de la mujer a decir no, hoy no tengo ganas?
Muchas mujeres se quejan de la alta frecuencia de relaciones sexuales y los maridos, del bajo deseo sexual de sus esposas. Esto deriva en frustración y peleas. Yo le explico al marido que para hacer que su mujer desee tener relaciones sexuales, éstas deben ser agradables y satisfactorias para ella, con gran placer y orgasmos. Para que la mujer no se niegue, hay que darle ganas: excitarla, expresarle amor, ternura y mucha sensualidad.

-Hablemos de sexo oral.
El sexo oral no está prohibido por el Islam, no es cierto que la religión lo considere una práctica sucia. Sí, en cambio, la educación y las creencias negativas en nuestra cultura instalan esa idea, entonces muchas parejas prefieren no hacerlo. Pero cada vez más están cambiando de parecer…

-¿Se habla del célebre “punto G”?
Sí. Hablo mucho de los orgasmos en las mujeres. La paciente consulta para aprender a experimentar el placer sexual. Es absolutamente necesario vivir la sexualidad a pleno, tener orgasmos vaginales y lograr una buena estimulación del punto G. Por supuesto, para esto, el hombre debe aprender a controlar su eyaculación. Yo tengo un proyecto para dar clases de educación sexual en las escuelas, pero…

-Pero tenés mucho trabajo pendiente…
Mi objetivo de hoy es la educación sexual de la pareja. Si los padres están satisfechos y felices en sus matrimonios y relaciones sexuales, podrán transmitir los mensajes adecuados. Mi segundo objetivo sería la educación sexual para niños y adolescentes. Porque si empezamos por este último, puede ser que los padres reaccionen mal o no entiendan o se nieguen. Por lo tanto, empiezo con los adultos.

-¿Es cierto que se usan los certificados de virginidad para acreditar la pureza de las recién casadas?
Todos los días recibo en mi consultorio de Casablanca jovencitas para completar un certificado de virginidad. Las dos razones principales son: o porque quieren casarse y sus esposos y sus familias lo solicitan, o porque han tenido un contacto sexual con su novio, tienen miedo de haber perdido su virginidad y vienen para tranquilizarse. Pero nunca una mujer me pidió un certificado falso de virginidad.

-En Marruecos la ley condena la homosexualidad. ¿Cómo hace para aplicar la teoría científica sin ir contra la ley?
En 12 años de práctica recibí apenas cuatro casos de homosexualidad, una mujer y tres hombres. Todos se sentían culpables e infelices porque estaban concientes de que la religión los condenaba, y venían a verme porque no querían sentir atracción hacia su mismo sexo. Todo el trabajo con ellos fue para que se sintieran mejor sobre sus opciones de vida, aceptar lo que son y para amar incondicionalmente.

Lejos de aquel magro debut de consultorios vacíos y rubores incandescentes, Amal tiene hoy una larga lista de pacientes en espera para atenderse con ella, y una apretada agenda mediática que incluye dos programas de radio, columnas especializadas en revistas y sitios web, un envío mensual para la televisión local y la presentación de su segundo libro: La pareja árabe del siglo XXI, manual de instrucciones.

Mientras tanto, de este lado del mundo, Alessandra Rampolla apunta los tips de la nueva tendencia “eco” en artículos sexuales: látigos elaborados con ruedas de bicicletas, vibradores hechos con material orgánico y esposas reciclables. No se pierdan su próximo programa.

Valeria Sampedro

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