domingo, 16 de diciembre de 2018

XIX. Comer solo


Detestaba ese momento del día. En general era la cena la que lo encontraba parado frente a la mesada de la cocina devorando un revuelto de mil ingredientes y sabor indefinible, o una hamburguesa, o directamente unas fetas de fiambre con pan del chino. Cuando sentía culpa de tal desorden alimentario se preparaba una milanesa de soja. El resto de las veces, pedía delivery. Esas noches comía frente al televisor, sentado a la mesita ratona.
Foto:  IG raichijk_daniel
La ceremonia duraba nada, tanto como tardaba en masticar, deglutir y llevarse inmediatamente otro tenedor a la boca. Con suerte 10 minutos; cuantos menos platos sucios, mejor. Pensar las horas que habían pasado discutiendo (con ella) sobre a quién le tocaba lavar.
Ahora, en cambio, reinaba el silencio. Pero llevaba su soledad con arrogancia. No iba a caer en la farsa del celular. Jamás sería del montón de comensales que sacan fotos al plato de comida ¿para compartir con quién? ¿para demostrar qué?
Cuánto mejor ser un misántropo, que un idiota que publicita su (in)felicidad.

Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor

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