miércoles, 19 de diciembre de 2018

XXXI. Vieja bruja


Acordaron no seguir avanzando. Si daban un paso más podían echarlo todo a perder. Iba a ser un lío y, además, ninguno de los dos estaba dispuesto a romper nada, justo ahora que la vida iba a velocidad crucero. Sabían que la felicidad es un rato y después volver a la rutina. Ni se atrevieron a mencionar la secreta fantasía de mandar todo al carajo.

Foto: IG @raichijk_daniel
Era un poco grotesco verlos allí sentados, uno frente al otro, dos teóricos analizando una aventura que no debía pasar a mayores, organizando la argumentación de por qué convenía poner allí mismo el punto final. Todo tan estratégico y bienintencionado. Pero temblaban; era un ligero temblor que emanaba ternura y no se quitaban la mirada de encima. Estaban aterrados, ya arrepentidos antes de darse el abrazo final, que duró una eternidad.

La señora observó toda la escena a una distancia algo imprudente, tan acostumbrada a ser invisible para los demás. No había podido evitar detenerse delante de ellos y quedárselos mirando, un poco incrédula ante tanta estupidez. Qué ganas de decirles a esos dos que basta, que se quieran de una vez. Que la vida en general no da tiempo para organizar todo tan decorosamente. Pero mirá si le iban a hacer caso a esta vieja pordiosera.

Valeria Sampedro
#microhistoriasdeamor

2 comentarios:

  1. Los años pueden regalarnos tres cosas: fracaso, cierta sabiduría o nada.
    Tres cosas que ya conocíamos de siempre.

    ResponderEliminar
  2. Pordiosera y abortera como toda bruja

    ResponderEliminar