jueves, 5 de julio de 2018

VIII. Ella en mi cama


No estaba en sus planes volver a enamorarse. Ya una vez le habían roto el corazón y cuando logró sobreponerse juró no sufrir más. No por amor.

Se trazó una vida sin sobresaltos. Salía a correr tempranito, después iba a trabajar, algunas tardes andaba en bici, los viernes jugaba al tenis, los fines de semana se juntaba con amigos. Iba al cine regularmente, por las noches se servía una copa de vino y cocinaba gourmet para un sólo comensal. La casa estaba en completo orden y su rutina se parecía bastante a la felicidad.

Lo único que extrañaba de su vieja vida era cuando, en invierno, ella se acurrucaba hecha una bolita bajo el edredón, enroscaba sus larguísimas piernas con las de él y juntos se calentaban los pies. En los años que llevaba de soltería no había encontrado la forma de reemplazarla. Se compró medias de llama, planchaba las sábanas antes de acostarse, hasta llegó a poner una palangana hirviente a los pies de la cama. Nada como ella.

Una tarde estaba de compras en Farmacity cuando vio una bolsa de agua caliente asomada en el estante de la última góndola. Corrió a su encuentro. Quedaba sólo una. Se aferró a ella y lo supo. Ya no pasaría más frío.

Ya no volvería a estar solo.

Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor

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