Todos en una sola noche. Una larguísima y hermosa noche que
los vio enredarse entre las sábanas de su casa, la de ella.
Se besaron tanto. Pero tanto. Se besaron despacito, se
mordieron los labios, la lengua, los dientes. Se besaron el cuello, los lóbulos
de las orejas, la punta de la nariz, los párpados, las pestañas. Se lamieron
los hombros, el ombligo, los muslos.
Ph. IG: @raichijk_daniel |
Se besaron la boca de nuevo. Se
miraron, se comieron con la mirada y retomaron los besos. Las pantorrillas, los
talones, los dedos de los pies. Las manos.
Durmieron un rato y en plena madrugada se despertaron a los
besos. Y vuelta a empezar. Cuando llegó la hora de irse se besaron otra vez. Se
besaron tan largo que eso no parecía una despedida sino una continuidad. No
paraban. Ya no quedaba rincón para besar así que repitieron. Mil, mil uno, mil
dos, otro rato interminable.
Ya había amanecido cuando por fin se fue. Y no volvió a
llamarla.
Valeria Sampedro.
#microhistoriasdeamor
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